Trabajo: privilegio y compromiso en Publicidad

Dicen que en nuestra industria todos se conocen. Y es verdad, porque podemos juntar al gremio entero en 2 canchas de gras sintético, como lo hacemos cada año en la Copa APAP. Con esa capacidad de saber todo de todos, nos enteramos de una dura noticia la semana pasada.

El final de abril también marcó el final de muchos contratos. Desde distintas fuentes supimos que varias agencias habían cesado su relación con muchos empleados. 50 en un lado, 30 en otro, 15 por ahí, 20 por allá. ¿Qué pasó con nuestra industria?

Fue azotada por la ola del Covid-19. Con sectores completamente paralizados (Centros comerciales, Viajes, Entretenimiento), categorías limitadas (Consumo masivo) y otras con futuros desalentadores (Educación superior, Tiendas por departamentos), era cuestión de tiempo para que los clientes rescindan contratos, renegocien fees o simplemente no paguen más.

Siempre he creído que nuestra industria es vulnerable, porque es prescindible al estar lejos de la generación de valores esenciales en los productos y servicios. Incluso, 50 días después del aislamiento, es un tiempo demasiado largo para que se haya dado este despido masivo, el golpe pudo haber llegado mucho antes.

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En todo caso, depende de los líderes y su gestión para encontrar maneras de conservar sus operaciones. Concluyendo que las que las agencias que se desbarataron antes son más débiles que las que hoy se parecen más a su versión pre-crisis.

Pero dejemos de hablar de cosas de grandes. Hablemos en una dimensión que nos represente, la dimensión de trabajador, donde entramos todos los publicistas.

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En estas semanas hemos experimentado un desgaste progresivo. Al igual que otros trabajadores, pasamos por un vaivén de pensamientos y emociones:

En las primeras semanas, vivimos el privilegio de trabajar a distancia, presumimos de ser parte de una industria que no necesita la fuerza física y es tan avanzada que puede operar desde un celular. Buenas épocas…

En la segunda temporada vimos cómo algunos empleos empezaban a desparecer. Fue dramático descubrir que, para algunos negocios, 15 días son suficientes para quebrar. En ese momento sentimos el alivio de trabajar para clientes más grandes, ¡qué privilegiados éramos al tener el respaldo de compañías fuertes! Sin embargo, era necesario hacernos más relevantes aún, pues habían caído proveedores y, ¿qué somos nosotros al fin y al cabo?

Con el tercer martillazo, nuestra industria sintió el golpe. Fue durísimo. Esta debe ser la ola de despidos más grande de nuestra historia reciente. Estamos acostumbrados a “purgas” periódicas o salidas cada vez que un cliente cambia de proveedor. ¿Pero una caída en simultáneo? Esto también es historia en la Publicidad Peruana. El tercer impacto nos ha dejado desolación y angustia. En un sector que depende casi en su totalidad de su talento, es triste saber que el compañero que tenías al lado no está más o que el mentor que admiras desparece de la ecuación.

Es que lo mejor de nuestra industria está en las conexiones que generamos, no en los premios, tampoco en la ropa casual y mucho menos en los salarios… Lo más importante son los vínculos que se construyen en una amanecida, los lazos que se fortalecen con cada proyecto superado. ¿Acaso una buena campaña no es el alumbramiento de una relación policreativa de todos los involucrados en el proceso? La publicidad es la gente.

Como acabo de repasar líneas arriba nos hemos sentido con privilegios en cada etapa y en esta cuarta fase, conservar el empleo es un privilegio en sí. Quienes aún conservamos el trabajo somos afortunados, pero esto no es suficiente para que la industria se recupere. Pensemos más allá de nuestro privilegio, asumamos ahora un compromiso.

Los que quedamos debemos comprometernos a hacer una mejor labor, evaluando lo que nos ha funcionado y abandonando lo que no sirve, cuestionando incluso los fundamentos de nuestro negocio o la manera en cómo abordamos el trabajo con nuestros clientes. El reto es mucho más grande porque debemos hacer la chamba con menos gente, y eso es muy desafiante cuando sabemos que las agencias en sus mejores épocas operaban ya con la menor cantidad de personas.

Christian “Tin” Sánchez, Director Creativo Ejecutivo de Y&R, dijo en una de las reuniones de agencia una frase que recoge el compromiso que busco transmitir: “Los nuevos deben reconocer a las personas que trabajaron en la obtención de las nuevas cuentas, es un acto de desprendimiento que unos se esfuercen para traer un nuevo cliente y un nuevo equipo a la agencia”.

Hay que comprometernos para que regresen todos. Hay que tener esa capacidad de desprendimiento para dejar lo que no aporta en nuestra industria y para adoptar lo que sea necesario para que vuelva a florecer. Hay que comprometernos más allá de nosotros mismos, trabajando con el objetivo de mejorar nuestro entregable, pero también mejorando la percepción de la industria entera.

Hay que comprometernos para seguir nosotros, pero, sobre todo, para que vuelvan los demás.


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