Escribe: Juan Carlos Yto, Director de Arte de Brandlab™
Sin lugar a dudas la historia del ser humano se define mediante las distintas transformaciones en su entorno, provocados o no, por el propio hombre. Revolución, es la palabra que mejor calza con esta vorágine de cambios, que suelen ser profundos y sobre todo sociales.
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La revolución industrial es el evento más significativo desde el Neolítico, la fuerza del vapor arrastró a toda la humanidad hacia un nuevo escenario, con mayor producción en masa, más tecnología y calidad de vida, pasamos de una sociedad rural a la urbanización.
Manchester fue la ciudad abanderada de la revolución. La abeja obrera fue su símbolo. Los mancunianos se vieron identificados inmediatamente con esta metáfora, solo el trabajo en equipo puede conquistar las metas. La revolución, Manchester y la abeja marcaron también un hito en el branding. Con una producción masiva de mayor calidad y menor costo, las marcas tuvieron un rol más protagónico.
Los encendedores, las lámparas a gas o los jabones ahora tenían un nombre propio, un fabricante y una marca registrada. Las necesidades mutaron, había que diferenciar e identificar a los productos. Las personas cambiaron, las ciudades cambiaron, el mundo entero cambió.
Como todo en la vida, los cambios no han cesado. Se dice que estamos ante una cuarta revolución industrial. Esta vez el vapor obtiene otro nombre y otras características complejas de entender y manejar: ‘internet’. El epicentro es Sillicon Valley y el símbolo una manzana.
Muchas de las marcas nacidas en la primera revolución industrial han sabido entender muy bien el nuevo contexto. Pero son las marcas de esta nueva revolución las que trazarán un futuro que hoy nos parece inimaginable. Ahora, podemos comprar más en Amazon, incluso más rápido y de manera más inteligente.
Uber ha revolucionado la industria del transporte, Spotify y Netflix, han cambiado la manera como consumimos entretenimiento, facilitando la vida pero sin dejar de vender.La compra de Nest por parte de Google solo nos confirma que internet formará parte de nuestro ecosistema, incluso en lo objetos o situaciones diarias menos pensadas.
Las marcas, asi como las abejas, deben adaptarse, evolucionar y comprender el poder que poseen para impactar y transformar positivamete a las personas, empresas, industrias y el mundo. En tiempos de revoluciones, quedarse estático no es una opción.
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