Prescindir de algo es renunciar a ese algo.
Y me pregunto: ¿Se ha vuelto la publicidad algo prescindible en estos tiempos?
Conversando con un buen amigo que es investigador de mercado, por medio de quien aprendí muchísimo viendo y escuchando a los consumidores “en vivo”, participando como publicista en innumerables sesiones de “focus group”, convenientemente situado “detrás del espejo”, lo que me permitía no ser visto por quienes asistían a las sesiones, hablábamos de cómo la globalización que ha traído la multiplicación de las comunicaciones, en virtud de innumerables plataformas de muy fácil acceso por prácticamente todas las personas a nivel mundial, permitió y permite que la “oferta” de opciones se multiplique exponencialmente haciendo que se multipliquen de la misma forma, los deseos de un público mundial que quiere diversidad de “cosas” <artículos, información, etc.) de modo inmediato.
La velocidad, que gracias a la tecnología parece acelerarse cada vez más, me parece que está haciendo que la información que la publicidad da sobre los productos, por ejemplo, resulte prescindible, porque “no hay tiempo de mirar”, especialmente en una sociedad de sobre consumo, donde se descarta con absoluta tranquilidad lo elegido, porque el número de alternativas y opciones de diversa índole es apabullante.
La publicidad, entonces, creo que tiene que revisarse a sí misma y reorientar su actividad para no volverse obsoleta.
No sabría, de momento, saber la manera de hacerlo, pero me parece imprescindible que esto suceda. Hay –estoy seguro- caminos y “soluciones” que encontrar y tomar; mientras tanto, no está de más sentirse –por lo menos un poco- prescindible, porque ayuda.