Cuando me pidieron que escribiera sobre tendencias para este primer artículo del año, pensé en temas que son cada vez más populares y requeridos como el liderazgo comunicativo, la gestión cultural y la comunicación transparente, entre otros muy válidos sobre los que también pude exponer algunas cosas.
Sin embargo, decidí enfocarme en algo no muy comentado pero que encuentro cada vez más relevante cuando asesoro a mis clientes. Todos los que estamos en el mundo de la comunicación organizacional hemos escuchado, en foros diversos, la importancia que tiene comunicar internamente el propósito de nuestra empresa, alineando nuestros mensajes con el mismo.
Sin duda, esta es una megatendencia, considerando que actualmente nos encontramos ante un colaborador que necesita entender cuál es esa razón de ser de la empresa, ese fin mayor y huella que busca dejar en la sociedad, para de esta manera asegurarse de que está trabajando en el lugar correcto.
Todo esto es muy válido y cierto, pero mi experiencia en los últimos meses trae a mi mente a un colaborador que más de una vez me ha dicho, en alguna consultoría: “El propósito suena lindo, pero lo veo gaseoso y no entiendo cómo lo haremos realidad, lo siento muy lejano”. Y es ahí donde nos damos cuenta de que el propósito de una empresa inspira, motiva, alinea, pero puede quedarse en algo inalcanzable e intangible si no explicamos cuáles son esos focos estratégicos que la compañía va a trabajar para hacerlo realidad. Muchas organizaciones le llaman a esto: la aspiración de la corporación, otras simplemente los pilares u objetivos estratégicos.
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Pensamos a veces que el colaborador no necesita esta información, que con inspirarlo a través de un propósito bien escrito basta, que no va a entender el lenguaje “estratégico”; para qué hablarle de eso, “mejor quedémonos con el slogan inspirador que resume el propósito”, me han dicho más de una vez. Mi reflexión en este punto es simple y directa: no subestimemos a nuestra gente, no pensemos por ellos sin preguntarles antes, recordemos que estamos rodeados de millennials curiosos, informados, hijos de la globalización.
Ellos (y las otras generaciones también) son totalmente capaces de entender la estrategia de la empresa, la necesitan para sentir que el propósito es alcanzable y que vale la pena dar esa milla extra para conseguirlo. Por nuestra parte, si tenemos la responsabilidad de manejar la comunicación interna de la organización, asegurémonos de comunicar los pilares, objetivos estratégicos o aspiración con un lenguaje coherente, sencillo y que conecte con los colaboradores.
Sin duda alguna, este año nos trae retos interesantes como este, que podemos cumplir si aprendemos a ponernos en el lugar de nuestros colaboradores, a construir colaborativamente nuestros mensajes, a recibir y aceptar feedback con total apertura. Que esta sea una de nuestras “resoluciones” para el 2020. ¡Muy buen inicio de año para todos!
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