Presento unas rápidas consideraciones ante las tendencias que se nos presentan. Son unas ideas escritas a bote pronto, que creo pueden orientar sobre este tema.
Las modas pasan de moda, pero la moda no pasa de moda. Es casi una constante en la condición humana la existencia de modas, tendencias. ¿Qué hacer al respecto? Hay que evitar caer tanto en el extremo de “¿Dónde va Vicente…?” como en el sitio opuesto, la quijotesca pelea contra los molinos de viento. Por tanto, como siempre, antes de actuar es necesario pararse a pensar. Es la primera norma ética: pensar. Y es clave de un buen negocio.
Hay tres puntos que me parece pertinente considerar. Las tendencias pueden ser externas o internas, buenas o malas, ineludibles o franqueables.
Las externas son algo del entorno, no se pueden cambiar. En ellas hay que distinguir las que no afectan a la empresa de las que sí lo hacen; unas son buenas, afectan positivamente, otras son malas.
¿Qué hacer? Pues hay tres modos de proceder: no hacer nada al respecto, seguir la corriente o ir contra la corriente.
No siempre hay que seguir las tendencias. Si son malas, por mucho que se pongan de moda… Por mucho que todo o casi todo el mundo parezca ir por ahí… A veces hay que remar y es mejor arriar las velas, no vaya a ser que terminemos yéndonos al garete. Supone un esfuerzo, pero vale la pena: “Solo nadando contra corriente es posible alcanzar la fuente” (proverbio chino). Y dos magníficas consideraciones del gran Chesterton: “Las cosas muertas pueden ser arrastradas por la corriente, solo algo vivo puede ir contra corriente”. Las falacias no dejan de serlo solo porque estén de moda.
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Otras veces hay que dejarse llevar por la corriente: desplegar las velas, dejar los remos y aprovechar la fuerza del viento favorable.
Por tanto, es preciso examinar qué hacer, por lo que, a modo de conclusión, queda claro que decir “ahora la tendencia es…” no es un argumento válido para una decisión.
A la hora de decidir, como se comprenderá, es imprescindible tener criterios claros. Y eso significa saber dónde estoy y a dónde voy. “Para quien no sabe a dónde ir cualquier camino es bueno”.
Una tercera consideración: ¿me convierto en seguidor o en iniciador de tendencia? Recordemos aquello de que quien da primero da dos veces.
Para terminar, recordemos, como hemos dicho en otras ocasiones, que la ética se ocupa de estudiar las acciones libres, conscientes y voluntarias, y tiene impacto en la propia capacidad de decidir bien, de gobernar inteligentemente la propia conducta.
Pues bien, las tendencias internas o externas son ajenas a la ética, mientras no entre en juego la propia libertad. En ese sentido, son éticamente neutras. Lo ético aparece cuando uno responde libremente a esas tendencias. Pueden suponer una invitación a actuar mal –tentación– o una invitación a actuar bien –inspiración.
Lo bueno, éticamente hablando, es resistir las primeras y secundar las segundas. Esto ayuda a saber responder a las tendencias internas, que uno siente sin que haya querido sentirlas.
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