Estuve revisando lo que he escrito para “Juntando letras” y así no repetirme (mucho); compruebo que casi todo lo que digo, está basado en lo que aprendí a lo largo de esta Carrera de creativo publicitario, que se remonta, sí, al siglo pasado.
Me doy cuenta, y es una gran verdad, que lo esencial se mantiene: como la base de un edificio, es inamovible.
Es que aunque las formas y los medios de transmitir la información cambien, lo que se necesita para decir bien las cosas en publicidad y que estas sean comprendidas, es lo que pude aprender, cuando empezaba, en ese ya lejano 1969.
Son “reglas” sencillas, entre las que destacan, la claridad, en primer lugar y el uso de un lenguaje comprensible al máximo -sea este escrito, auditivo o visual-, el decir la verdad, y el ser honestos con quienes recibirán los mensajes.
No es tan difícil seguir estas normas y si les sumamos la información necesaria, además de los ingredientes creativos de nuestra propia cosecha ¡Listo el “plato” publicitario! Variará el dónde decirlo, el qué decir y el cómo decirlo. Lo que no puede cambiar es la claridad, la verdad, la información necesaria, la honestidad. Y algo más: la concisión.
Sí, todo cambia en publicidad, pero hay cosas que son inmutables.