Multiplicación exponencial. Inmensa. No soñada.
Es que la publicidad puede multiplicarse de esa manera con el uso de las redes sociales, que hoy por hoy, creo que reemplazan al “de boca en boca”, que ha sido una forma de transmisión de los mensajes, de persona a persona.
La publicidad masificó el tema, al llegar con sus mensajes a, probablemente, cientos de miles de personas: un solo mensaje y cientos de miles de receptores. Hasta allí, lo “tradicional”, la publicidad como era entendida, pero casi de pronto, la aparición y subsecuente desarrollo de las redes sociales hasta convertirse en ese monstruo que permite a un número casi infinito de personas, conocer y opinar sobre los más diversos temas, entre ellos, los que pueda proponer quien hace publicidad, siempre y cuando, en este último caso, se tenga en cuenta que a diferencia de medios como la televisión, la radio, los impresos y hasta internet, las redes tienen un retorno, es decir la posibilidad de respuesta, de opinión y muchas veces de distorsión de los mensajes puramente publicitarios (porque los demás suelen ir cambiando -para bien o para mal-), desvirtuando lo originalmente planteado.
Me parece interesante y un verdadero reto comunicacional el hacer publicidad en redes, porque necesita nuevas formas, presenta un escenario distinto, donde la voz del consumidor (o no consumidor) puede llegar muy rápidamente como respuesta o comentario, modificado muchas veces. Aquí entramos en el fenómeno creciente de las “fake news” y me atrevo a decir que pueden haber “fake ads” que se reproducen velozmente.
¿Qué hacer ante esto? ¿Cómo debería enfrentar la publicidad este fenómeno? ¿Son las redes sociales un buen vehículo publicitario? Son preguntas que yo mismo me hago y creo que no basta ser publicista o un experto en redes social, por separado, para intentar respuestas que sean coherentes y útiles.