Al leer el título uno puede preguntarse qué es lo que tienen que ver esas tres palabras con la publicidad, que es de lo normalmente se trata en esta pequeña columna.
Pues bien, creo que para todos es claro que vivimos en la llamada “Época de la información”, pues esta no solamente abunda, sino que sobrepasa con mucho la capacidad que tenemos para asimilarla. Hay información relevante, irrelevante, real y falsa.
La información, haciendo una figura, “llega por toneladas” y nos toca recibir, ver y lo que es más importante, discriminar. Tratar de separar lo que es importante y relevante de aquello que no lo es. La información es útil, pero puede abrumarnos, mareándonos y haciendo que algunas de nuestras decisiones sean equivocadas, que tomemos como ciertos, conceptos que son erróneos y lo que es peor, los difundamos, compartiéndolos “alegremente”, diría yo.
Es que al parecer no se está “formado” como para hacer todo eso que ya dijimos que se debería hacer. Es que la formación de una persona incluye, en primer lugar, la construcción de un carácter propio, saber distinguir lo malo de lo bueno, lo que es correcto de lo incorrecto. Saber diferenciar el bien del mal, en suma. Una formación adecuada no se consigue en la calle, ni se compra en el supermercado. Es el fruto que recibimos de quienes nos “forman”, que generalmente son los maestros en la escuela -pero por favor no confundamos la información que nos comparten y enseñan, con la formación que nos convierte en verdaderos y mejores seres humanos y que ellos nos dan.
La formación DEBE darse en los hogares y esta generalmente se desprende de los EJEMPLOS que vemos en nuestros padres (ejemplos positivos, por supuesto) y que se van fijando para forjar esa personalidad que se irá completando con la formación escolar. La formación va a depender de lo que absorbamos en el hogar y lo que recibamos (no la info, por favor) en la escuela.
¿Y la educación? Soy de la opinión que la educación, que no creo sea otra cosa que el modo que tendremos de comportarnos en la vida, para poder hacerlo en sociedad, se imparte en el hogar, primeramente y en la escuela. Curiosamente, hay un “Ministerio de Educación”, que lo que valora (por lo que sé) en primer término es la INFORMACIÓN. Sí, lo que las escuelas que dependen de este Ministerio, nos dan cierto grado de información, que está dividida en “materias”, pero eso no es educación, por lo menos como yo la entiendo y de pronto me equivoco, pero francamente valoro más a un hombre o mujer educados, que a sabios zafios y patanes.
Nunca confundamos información con formación. Las palabras se parecen, pero son distintas. Si se trata de conocimientos, la formación supondrá el nivel que en determinadas materias se alcance, pero de lo que se trata, lo repito, es de la formación (construcción) del carácter de una persona, lo que finalmente será como tal.
La información, son los conocimientos y estos se adquieren en la escuela, luego en universidades o en institutos superiores, en los libros (los buenos libros, no la bazofia) y gracias a la experiencia que se adquiere con los años.
Uno no parará de absorber información, pero solo si está debidamente formado sabrá discriminar y quedarse con lo valioso, desechando lo inútil y mentiroso.
Y aquí termino, porque para ser un buen publicista se debe ser una persona informada, bien formada y por supuesto educada. Recordemos siempre que la publicidad es una profesión donde interactúan muchas personas diferentes y necesitamos ser educados para poder convivir en esta sociedad profesional… ¡Y tener éxito!