La incompetencia es muy confiada.
Es que quien es incompetente cree tener la razón y no se detiene a pensarlo. Simplemente cree y actúa de acuerdo con lo que está seguro de que es correcto. Opina o hace ¡Y se equivoca!
Es que en la materia que sea, es un incompetente. No la conoce. De pronto se ha saltado los pasos necesarios para adquirir el conocimiento de aquello en lo que se desenvuelve o trata. Es decir, realmente no sabe lo que debe hacer u opinar con relación a un tema determinado. Y él cree que lo conoce perfectamente. Por eso está confiado. Conclusión (mía, por supuesto): La incompetencia es muy confiada. Se siente “gura”. Se equivoca.
El problema es que existe una multitud de incompetentes, especialmente en campos donde la incompetencia no llega a notarse hasta muy tarde, cuando los errores se producen de tal manera que acarrean problemas o desastres. Muchas veces el incompetente va enmascarando sus errores con la apariencia de una actividad dedicada, que dura hasta que se hacen evidentes y es de esperar que no sea muy tarde para ello y pueda haber una solución.
Felizmente, la incompetencia se suele detectar rápidamente: “O sabes o no sabes”. En especial cuando se necesita de resultados comprobables. Aplicando esto a la creatividad publicitaria, se evidenciará muy rápido si un “artista gráfico” realmente lo es, o si un “redactor publicitario” es en verdad lo que se supone. Aquí, la mediocridad, que es de detección un poco menos rápida, es una forma de incompetencia, pero lo más probable es que ese “profesional”, se sienta muy seguro de lo que “sabe” hacer. Y lo tremendo, es que se lo cree. Así como la ignorancia es atrevida, la incompetencia es atrevida también.