Ya para cuando salí del IPP, entrar en el mundo laboral era complicado. Y eso que, reconozco con algo de pudor, no fue una experiencia que me tocó vivir en carne propia, ya que tuve la gran fortuna de trabajar en publicidad, incluso, antes de comenzar a estudiar.
Igual, mi capacidad de observación y análisis me permite decir 30 años después que eso de entrar, como diría mi gran amigo el señor Claudio Fernández, en el “fascinante mundo de la publicidad”, sobre todo comparado con los viejos tiempos, es realmente difícil.
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En los años noventa existían básicamente dos fuentes a donde recurrir para conseguir talentos que cubrieran puestos para principiantes: la Universidad de Lima y el IPP, y los egresados no pasábamos, calculo, que de 800 al año; ahora, la puja es entre miles cada semestre y las fuentes que forman profesionales para la industria son incontables, hoy no hay (casi) universidades que no tengan la carrera de Comunicaciones y, por ende, la especialidad de Publicidad.
Me he preguntado muchas veces: entonces, ¿cómo hacer en 2019 para subirse a la faja y empezar a correr? ¿Cómo hacer para salir del tráfico infernal y tomar rutas alternas a fin de llegar antes y encontrar espacio para estacionar? ¿Por qué no hay una especie de Waze para los nuevos publicistas dedicado solamente a guiarlos hacia el destino y lograr que lleguen a tiempo? ¿Y si aplicamos algo tipo pico y placa, y lunes y miércoles trabajan unos y martes y jueves los otros?
Pues, esta profesora, que da fe de conocer todo tipo de alumnado durante los ya 21 años en que ha impartido enseñanza en varias de las casitas del conocimiento y del saber (le robo la frase a mi inigualable profesor de sociología, Roberto Ballón) puede, desde este espacio generoso que me presta mes a mes Mercado Negro, darles una manito a los nuevos colegas de las dos mejores maneras que se le ocurren: pidiendo un deseo y ofreciendo un consejo. Querido futuro publicista, ahí te van.
El deseo. Ojalá alguien te descubra antes de que termines la carrera y arranques adelantándote un poquito en este largo y doloroso camino hacia la cima y así te ahorras el primer paso y ocupas el lugar del que espera, equivocadamente el cartón, para empezar a jugar el juego de la silla.
Siempre estamos bajo la lupa y tú, como alumno, todo el tiempo.
Los profesores somos una oportunidad y más si trabajamos en el medio. Todos tenemos un radar que nunca se apaga y somos, a la vez, y lo sabemos, objeto de seducción y deseo.
El consejo. No negocies. No te hagas de rogar, no juegues al difícil. Ante la menor propuesta, di: “Sí, acepto”. Aun en el área que nunca quisiste, y así estés convencido de que eres el nuevo Martín Mercado. Atraca al quedarte de boleto haciendo presupuestos, aunque quieras estar en ese full day con los capos del marketing (lo digo por los clientes, se entiende, ¿no?); quédate buscando referencias para tu jefe: el practicante del asistente del director de Arte. ¡Qué importa! Di: “Sí, acepto” y después vamos, súbete a la faja y si corres bien y con constancia vas a encontrar tu lugar.
Di: “Sí, acepto” y comienza ese matrimonio con la publicidad que, si tienes suerte, va a durar para toda la vida.
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