El 79% de los compradores en edades entre 18 y 25 años están liderando esta tendencia, que se está convirtiendo en un reclamo en el mercado para obligar a las marcas a ser más responsables con el medio ambiente.
Un estudio reciente llevado a cabo en Alemania por la consultora Deloitte, el 67% de los consumidores dan cuenta de su disposición de pagar algún tipo de recargo sobre el precio de productos fabricados de manera sostenible, o que cuya producción sea, por ejemplo, de naturaleza regional o su elaboración haya sido utilizados ingredientes naturales.
Un reclamo en pro de la sostenibilidad
Lo cierto es que esto no es algo nuevo, desde hace algún tiempo se ha convertido en una especie de reclamo entre los consumidores, quienes incluso están cada vez más alertas de aquellas marcas que utilizan la responsabilidad ambiental como simple estrategia de marketing.
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El instituto de investigación de mercados Nordlight Research dio cuenta de esto durante el 2021, señalando incluso que el 72% de los consumidores aseguran que en más de una ocasión las marcas utilizan la sostenibilidad como gancho publicitario.
Ahora, las marcas deben sumar esfuerzos por demostrar credibilidad, pero sobre todo por transformar sus ecosistemas comerciales y reducir su huella de carbono para poder mantenerse en el mercado.
Algunas marcas ya lo han entendido como Boss, la cual aseguró que dejaría de usar lana proveniente de animales mutilados. Adidas ha seguido esta tendencia y Dolce & Gabbana también, un punto a favor a la industria textil, la cual es considerada una de las más contaminantes.
Una tendencia que desciende con la edad
Sin embargo, mientras Genzers y Millennials no les molesta pagar más, mientras más edad tienen los consumidores parece revertirse esta cifra. Tanto que tan solo el 57% en el caso de los consumidores mayores de 56 años estarían dispuestos a pagar más, aún así, es una población importante.
La manera en que el consumidor se relaciona con los productos sostenibles está también hasta cierto punto a expensas del género. Las mujeres no hacen ascos a pagar hasta un 31% más por productos sostenibles. En cambio, los hombres toleran incrementos en el precio de apenas un 23%.