Los niños son naturalmente curiosos, porque es su manera de aprender. Así, quienes empiezan a vivir exploran, haciendo lo que para los adultos, primero es una especie de sorpresa, luego una tarea donde se pone a prueba el propio saber y ayuda a conocer más (a ningún adulto le gusta pasar por ignorante y menos ante un niño, al que considera “inferior” en especial en cuanto a conocimiento y experiencia), para terminar con la satisfacción de ser quien “sabe”.
Todos hemos sido chicos y hemos visto satisfecha nuestra natural curiosidad y si la o las respuestas no nos llegaban a satisfacer, seguíamos preguntando, con lo muchas veces se terminaba preguntando a los amiguitos del barrio o a compañeros de colegio, para obtener lo que no nos explicaban en casa, por lo menos hasta saciar nuestras inquisiciones, con el resultado de lograr respuestas maliciosas, equivocadas o algunas que nos dejaban perplejos y con más preguntas en la cabeza.
El cansancio de la mayoría de los adultos ante los reiterados (e inacabables al parecer) “¿por qué, ah…?” de un niño, que se suele manifestar en un “¡Ya …! No preguntes más” destemplado, o un “¡Porque sí, pues!”, hastiado, lo único que hará es sembrar más dudas y conseguir que pierda el poco o mucho respeto que le tenía a ese que él ve como “grande” y que creía que lo sabía todo.
En publicidad, en consumidor puede ser en muchos casos como un niño, que solicita respuestas a sus preguntas acerca de un producto o servicio que ve publicitado y tiene que ser esa comunicación publicitaria la que responda a la mayor cantidad posible u ofrezca un “resumen” satisfactorio que despeje dudas. ¿Es importante esto? La contestación inmediata es “¡Sí!” y para ello, el creativo debe estar completamente informado sobre las características y particularidades del producto o servicio, sobre las del público objetivo al cual se dirige y del mercado que este integra, porque “Nadie puede hablar -y menos enseñar- acerca de algo que desconoce”.
Esto implica gran cantidad y calidad de información, lo que supone investigación exhaustiva y que el creativo tenga todas las respuestas, para que el consumidor sepa y sienta que puede confiar en el aviso, ergo, en el producto o servicio. No es fácil, así como tampoco lo es el satisfacer la curiosidad de un niño.
¿Alguna pregunta …?