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¿Un mundo sin publicidad…?

Hay un dicho popular que me gusta mucho y reza así: “Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”; posiblemente lo he citado otras veces, incluso aquí, pero como tema para este artículo y ligado de nuevo a la publicidad, es que escribo hoy.

Un día soleado es alegre, agradable, e inclusive “energético”; todo se ve mejor y parece ir de maravillas, hasta que el sol se vuelve intolerable y luego viene la sequía, con todas sus funestas consecuencias. Entonces clamamos por un poco de lluvia, y deseamos que –por lo menos- el sol baje su intensidad.

Es bueno el sol, pero no tanto que haga daño.

Con la publicidad sucede lo mismo, creo, porque ella, con su financiación, nos permite disfrutar de muchas cosas, por las que de, otro modo, tendríamos que pagar y los costos serían muy altos. Tal vez impagables. La publicidad hace posible bastante de lo agradable de la vida y –si lo vemos bien- nos informa y avisa de lo que hay en materia de productos y servicios varios. Lo hace por medio de “avisos”, que usan diversos medios y llegan a nosotros sin que lo pidamos. Estoy seguro de que casi nadie, excepto tal vez los publicitarios, vea publicidad “porque sí”, sin sentir que esta irrumpe sin permiso e interrumpe.

Pero tal vez, un poco de publicidad, como el sol, no es que moleste mucho, sobre todo porque es algo a lo que nos hemos ido acostumbrando; digamos que es una “contraprestación”, entendiendo a la publicidad como una especie de “servicio informativo”: “pagamos” en tiempo y atención… Cuando lo queremos, en realidad, porque si no, “cambiamos de canal”.

Lo problemático, y que está mal, es el exceso de publicidad, porque como la sequía, agota y es funesta. O como el exceso de lluvias, que provoca inundaciones, desborde de ríos y desgracias. Es malo cualquier extremo y sería bueno al principio, pero nefasto luego un mundo sin publicidad, como el que exista publicidad desbocada e incontrolable, además sin ninguna responsabilidad.

Ni tanto, ni tan poco o nada: como en todo, es el punto medio el deseable. La publicidad, lo creo así, debe entenderlo y comprender que no siempre “más es mejor”.

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