Ha pasado poco tiempo y mi opinión ha variado. La velocidad con las siglas “IA” se han masificado y se encuentran en todas partes, definiendo de alguna manera lo que se ha dado en llamar “el futuro de la humanidad”, es verdaderamente asombrosa, aunque en esta época de asombros.
Digo que mi opinión ha variado, porque mientras más pruebo los enlaces que ofrecen chats cada vez mejores y aquellos que crean imágenes ha pedido u ofrecen construir videos, todo esto en base solamente a unas instrucciones escritas que detallen lo más precisamente posible, lo que necesitamos, más me convenzo de que la inteligencia artificial puede significar un peligro.
Ya he escrito más de una vez sobre la IA y siempre pensé y dije que era (y es) un avance tecnológico fantástico, pero como ha sucedido con cada uno de ellos, el ser humano los crea y domina, utilizándolos para su servicio; de pronto parece ser que este desarrollo tecnológico, podría caminar con sus propios pies, dejando de lado los deseos del hombre, “pensando” por su cuenta y tomando decisiones que no tienen nada que ver con las instrucciones originales.
La ciencia ficción estaría dejando de lado la segunda palabra y quedando convertida en ciencia, nada más, pero una ciencia desbocada, ajena a los deseos e instrucciones de sus creadores. Puede sonar apocalíptico esto, pero el llamado de alerta de quienes la crearon y su pedido de regulaciones oficiales -es decir de control- me hace sospechar que “el tigre se escapó de la jaula” o por lo menos, podría hacerlo y muy rápidamente.
Dije que siempre habría una inteligencia humana detrás de la IA, para darle instrucciones, pero ahora parece que la inteligencia humana resultaría prescindible y la IA tomaría su rumbo autónomamente. Esto me asusta, sí, y aunque yo ya estoy, como se dice “de salida”, recuerdo con cariño las miradas de curiosidad y asombro de quienes fueron mis alumnos de “Técnicas de razonamiento creativo” y de un curso que fui modificando, llamado, a secas, “Creatividad” y pienso en esos ya actuales profesionales de la publicidad, que de pronto encuentran una competencia inhumana (nunca mejor empleado el término) en su quehacer cotidiano de publicistas y aquí no solamente me refiero a los creativos, sino a todos los demás.
Como dije, yo ya estoy “de salida”, pero creo que habría que “hacer fuerza” para impedir que el tigre escape de la jaula y se alimente sin pausa, comiéndose al domador y al público.
Puedo estar equivocado y ser alarmista, pero temo mucho que podría estar en lo cierto porque señales hay suficientes.