«Sí es racismo» despliega cinco situaciones distintas en ámbitos cotidianos. Cada una de estas escenas busca empatizar tanto con las víctimas e invita a la reflexión de la discriminación racial en diversas facetas de la vida diaria.
En un esfuerzo por dar voz a quienes sufren discriminación racial y fomentar, la campaña «Sí es racismo» emerge como un movimiento de sensibilización social. Esta iniciativa no solo muestra situaciones de racismo cotidianas, sino que también busca que la audiencia se identifique con las víctimas y exprese solidaridad hacia ellas.
A través de acciones estratégicas y creativas, «Sí es racismo» pretende desmantelar las excusas que muchas personas usan para justificar actitudes racistas. La meta es clara: visibilizar y etiquetar comportamientos que, aunque no siempre reconocidos como tal, perpetúan la discriminación y el trato desigual hacia determinados grupos.
La estrategia detrás de la acción creativa se centra en una difusión masiva y una profunda sensibilización sobre el racismo, tanto explícito como sutil, en la sociedad. La acción presenta la frase “No soy racista, perooooo…” como un leitmotiv, señalando cómo los “peros” a menudo encubren actitudes discriminatorias.
Mediante una serie de piezas creativas, ilustra lo que realmente se esconde detrás de cada excusa racista. Estas permiten visibilizar actitudes que, aunque no siempre reconocidas como racismo, generan una verdadera discriminación basada en el menosprecio hacia personas o grupos específicos.
«Sí es racismo» despliega cinco situaciones distintas en ámbitos cotidianos como la vivienda, la educación, la sanidad, el comercio y el empleo. Cada una de estas escenas busca empatizar con las víctimas e invita a la reflexión y al reconocimiento de la discriminación racial en diversas facetas de la vida diaria.
El proceso de creación de esta campaña involucró técnicas avanzadas de neurocomunicación, desarrolladas en colaboración con la Universidad Politécnica de Valencia. Estas técnicas se utilizaron como pre-test en el laboratorio de la agencia para optimizar la campaña, asegurando que generara alta atención e interés, y provocara emociones de desprecio y rabia necesarias para movilizar a la audiencia hacia la causa social.
El uso de biometría neurocomunicativa permitió corregir desviaciones del objetivo creativo no detectadas en pre-tests habituales, mejorando así la objetividad y la eficacia de la acción. Este enfoque científico aseguró que el mensaje no solo llegara, sino que también resonara profundamente en la audiencia, incitando a una acción concreta contra el racismo.