“Como te ven, te tratan”, dice el refrán y esto es generalmente cierto, porque solemos llevarnos de eso que llamamos “primeras impresiones”; el vestido de alguien, suele ofrecer esa impresión primera que tenemos y hay que diferenciar “impresión” de “opinión”, porque esta última se produce por un conocimiento más profundo, que el que ofrece una visión superficial.
De allí la importancia del envase y su diseño en el caso de cualquier producto, especialmente en aquellos que son los que se llaman “compra de impulso” y no necesitan de un razonamiento especial para ser elegidos, sino que, en un momento dado, atraen la atención, en una especie de “¡Yuju, estoy aquí!”.
No solemos ser conscientes, como público consumidor, de la importancia del diseño del envase y de cómo este nos atrae, quizá porque estamos tan “acostumbrados” a ver colores, formas e ilustraciones en todo lo que se nos ofrece, que no le damos mayor importancia, pero inconscientemente, son lo que atrae, gatillando sensaciones diversas, recuerdos varios, sabores, inclusive olores, y mucho más de aquello que en el cerebro se produce.
El diseño de envases es una especialidad que requiere de una inmensa cantidad de información y conocimientos, lo que será utilizado para “modelar” acertadamente, algo en apariencia tan sencillo como un envase, una etiqueta, una caja o cualquier envoltorio que “vista” al producto y lo haga atractivo al ojo, lo convierta en el posible “desencadenante” de una venta, porque el fin último es que se efectúe la elección, cerrando el ciclo de lo que llamaría “venta/compra”.
Sí, solemos desechar el envase, caja, bolsa o envoltorio, sin darnos cuenta de que estamos tirando a la basura, lo que probablemente nos llamó la atención, ayudó en la elección y en la motivación de compra, y quien puso sus conocimientos y arte en hacerlo realidad, sabe que el destino final de su esfuerzo sea el basurero …
Pienso que a los diseñadores en general, y especialmente a los que hacen diseño publicitario, no se les hace justicia.