Sí, es el título de una canción (Esos fueron los días”), y a veces resulta más actual que nunca, sobre todo aplicándola al devenir de la publicidad hasta el momento presente; seguramente este pequeño artículo puede sonar a las lamentaciones de un viejo publicista, que piensa que “todo tiempo pasado fue mejor”, pero no es así, porque si hay alguien que creyó y cree en el futuro, soy yo, que he sido testigo de avances increíbles y partícipe de un fenómeno veloz.
Sin embargo, sí extraño que muchas de las cosas que consideraba buenas y efectivas en la publicidad, se hayan ido diluyendo hasta perderse. Me dirán que “se ha descomplicado la cosa”, pero en realidad, en esa especie de simplificación, creo que se ha perdido.
Regreso a lo que noto y digo desde hace algún tiempo, y es que las historias brillan por su ausencia, dejándonos comerciales más bien “chatos”, que privilegian un lenguaje escueto, pobretón y sin ninguna imagen. No es que me sienta un genio de la creatividad publicitaria, pero sí recuerdo que pensaba cada pedido comercial que llegaba a mis manos y trataba de encontrar una solución que fuera recordada, siempre bajo el esquema de que son las emociones las que primero mueven al ser humano y que las historias están repletas de ellas. Es verdad que este tema de las historias lo he repetido varias veces, pero como no las veo por ninguna parte en avisos o comerciales, lo reitero.
Sé que resulta mucho más rápido y sencillo echar mano de precios (en cuanto números) y palabras simplonas como “rebaja” u oportunidad”, entre otras, y no es que me parezca mal que se utilicen, pero siento que se hace descarnadamente: nos dan el esqueleto, los huesos, sin nada de buena “carne comestible”.
Junto con las historias creo que se han ido los sueños, reemplazados por cifras frías y sensaciones de billetera; esos sueños que hacían entretenida, llamativa a la publicidad. “Antes” uno “se dejaba ir” y soñaba, gracias a las historias que la publicidad proponía y los sueños son parte importante de nuestra vida.
En resumen, extraño la antigua publicidad y no solamente porque participé en ella, sino porque aprendí con ella mucho y pude enseñar en varias universidades lo que llamé “Técnicas de razonamiento creativo” y que no es otra cosa que lo que aprendí de ella. Sí, aprendí “sobre la marcha” y lo que luego pude compartir con mis alumnos, ha sido mi experiencia. Esa que me está diciendo que “esos fueron los tiempos”. Espero que vuelvan, por el bien de la publicidad.