El título debe ser la expresión más comúnmente pensada o dicha, cuando un comercial de publicidad interrumpe súbitamente un programa – especialmente en Internet en estos tiempos- y “corta” el hilo de lo que se estaba viendo, un noticiero, por ejemplo, en YouTube.
Quizás deberíamos pensar que por lo general no pagamos nada por ver esas noticias, o cualquier otro programa en dicha plataforma y muchísimas otras que son financiadas por los avisos publicitarios que emiten; es cierto que no resultan cómodas las interrupciones, sin embargo, se ofrecen diversas modalidades de pago, las que llevan a la supresión de los avisos.
Cuando la “señal” es abierta, como en el caso, por ejemplo, de la televisión que no implica pago alguno para el usuario, es la publicidad quien hace posible la financiación de las transmisiones y de los programas que se emiten, que muchas veces son fruto de una producción muy costosa… Por lo general, en un medio como ese, la publicidad se agrupa en “tandas comerciales” que reúnen varios spots diversos y que suelen tener una duración determinada, pues el objetivo es no cansar con interrupciones largas o muy numerosas al espectador, quien –lógicamente- se aburriría si sucediera, “cambiando de canal”, en busca de otra cosa, total, lo único que le “cuesta” es oprimir un botón.
Es que, si reflexionamos, “alguien” tiene que solventar los gastos de una producción y emisión que son costosas, no solamente en equipamiento, sino en las muy diversas acciones que se convierten en espectáculos donde intervienen artistas de diferentes especialidades, sin contar al personal profesional y técnico que laboran y participan de las emisiones; ese “alguien” es la publicidad, esa “maldita publicidad” que interrumpe lo que estamos viendo, pero hace posible que lo hagamos.
Lo mismo sucede en la radio, los periódicos y las revistas. En general, salvo raras excepciones de países donde la “televisión abierta” es totalmente financiada por el Estado o los canales, igualmente financiados por los estados, en Internet, la publicidad está presente por medio de avisos impresos o comerciales filmados o grabados en audio para televisión/Internet o radio.
La “maldita publicidad” es en realidad quien paga por nuestro entretenimiento e información o, por lo menos, por la mayor porción de ellos. Todo esto es bien sabido por quienes trabajan en publicidad en los diversos medios existentes y por el público en general, pero he querido dar una “refrescadita”, porque a veces, yo, que fui publicista activo durante 53 años, me encuentro maldiciendo las interrupciones, sin pensar, claro.