Habiendo vivido durante tanto tiempo la vida de publicista activo, me ha tocado ser testigo y protagonista de la velocidad, cada vez más acelerada, producida por los cambios, que han sido básicamente materiales, como los instrumentos usados para plasmar la ideas y los medios para transmitirlas.
Más de una vez he comentado sobre esta velocidad, y me pregunto si ella no está ganando la carrera entre el “qué decir”, “cómo decirlo” y “el lugar para decirlo”, porque veo que muchas veces se emplean nuevos medios, como si fueran “los de siempre”, restándole efectividad a la publicidad, pues –sirva solamente de ejemplo- se usa la radio como si viéramos lo que sucede, habiendo televisión y no se explota la imaginación del oyente, no se le permite “soñar”;
También hay comerciales en Internet, que a veces no tienen en cuenta que este es un medio rapidísimo y en el cual el público no está dispuesto a “contemplar”, como podría ser al ver la televisión que es bastante más “pasiva”, frente a una Internet básicamente “activa”, donde el público tiene la atención en la punta de los dedos y cambia de inmediato si algo no le seduce y atrae.
Es verdad que la esencia de la publicidad no cambia, pero si las formas de esta no se adaptan a los cambios adecuadamente, será como esperar que un lindo Ford “T”, gane la carrera de las mil millas; porque por más bien conservado que esté y con pintura reciente, será algo que no puede competir y debería estar en un museo.
Perdonen lo básico y crudo del ejemplo, pero no podemos esperar buenos resultados de la publicidad, si no nos “ponemos al día” y hablamos el lenguaje de un público nuevo, que utiliza medios nuevos para informarse y comunicarse; repito que la esencia de la publicidad no cambia, pero sí lo hacen las formas y la publicidad debe tener esto en cuenta y pensar que NO TODO tiempo pasado, fue mejor, que lo mejor está viniendo cada día y no espera.