Más que en botica, tal vez en supermercado o mucho más. Escribir para publicidad nos obliga a tocar los temas más distintos y que muchas veces ni siquiera imaginamos ¡Hasta que hay que hacerlo!
La infinidad de productos y servicios para los que he escrito y he aplicado mi imaginación (creatividad) a lo largo de mi trabajo como redactor publicitario, ha ido -como ejemplifico siempre- desde crema para aliviar las hemorroides hasta líneas aéreas, pasando por personajes políticos y (perdónenme el autobombo) la comunicación de un gobierno nacional.
Ha sido una gran oportunidad de aprendizaje, pues para poder publicitar y comunicar, he tenido que “empaparme” de un inconmensurable número de temas, de lo más variado. Eso significó “aventurarme” por terrenos que desconocía, investigar y recoger información muy disímil.
Una vez informado, usar la información, como elemento “duro” para aplicar la creatividad y convertirlos en algo que el público deseara a fin de convertirlo en un consumidor o usuario. A veces me parece que era como bucear en el mar, donde hay no solamente agua salada, arena, piedras, peces, algas y miles de organismos, sino una moneda rarísima y hay que conseguirla. Puede que parezca exagerado, pero la búsqueda de cada solución creativa, es única y aunque no parezca, implica tiempo y trabajo esforzado.
Con esto último no quiero “echarme flores”, sino solamente decir que es un asunto que no es tan sencillo como pudiera parecer, y si bien me he divertido mucho haciéndolo, tuve que -vuelvo a dar gracias por ello- que aprender mucho y nunca sentí que ello ocupara lugar alguno o fuera un sobrante.
Aprender de todo, es quizá lo mejor del trabajo como creativo publicitario. Al menos para mí.