El poema de Antonio Machado, musicalizado y cantado por Joan Manuel Serrat, dice: “Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar.” Y en otro artículo dije que ese caminar se llama “experiencia”, que se adquiere con el tiempo y con la constancia. El camino ni existe, es cierto, pero uno sabe que quiere llegar hasta un lugar específico.
Insisto sobre esto de la experiencia, porque en todo, así como en la creación publicitaria, es importante y puede parecer que lo que vale para la publicidad es tener mucha imaginación, pero si esta no se orienta adecuadamente, el fracaso es seguro.
A veces se cree que una “mente fresca”, “ocurrente”, basta y sobra, pero cuando hay que hacer paso a paso un camino determinado, construyéndolo de casi nada (salvo algunos datos referenciales), importa muchísimo el equipaje que se lleva consigo, así como le determinación de obtener lo que se quiere.
Me perdonan, pero es aquí donde la experiencia entra a tallar, porque el haber “hecho” otros caminos donde no existían, va a permitir que sepamos qué terreno es el que pisamos y qué escollos debemos evitar. Tal vez por eso el refrán dice que “más sabe el diablo por viejo que por diablo”.
Cuando uno empieza en esto de la creatividad publicitaria, tiene los bríos que da la juventud, pero también la “urgencia”, el deseo de “comerse el mundo” y la inconsciencia del neófito. Le falta haberse dado unos cuantos contrasuelazos, le falta “experiencia” en suma.
¿Es que no es creativo uno desde el principio? Sí, lo es, pero en menor grado. Le falta “recorrido”. El tiempo no pasa en vano, si se aprovecha, claro.