Pese a que cada vez menos personas la utilizan con fines recreativos, en el 2024 tuvo aproximadamente 3.000 millones usuarios activos mensuales, según información de DataReportal.
El 4 de febrero del año 2004, Mark Zuckerberg lanza The Facebook, una red social que creó junto a otros estudiantes de Harvard. Inicialmente, buscaba funcionar como una red privada de intercambio de información entre los alumnos del campus, pero en pocos meses se amplió su uso a otras universidades.
En septiembre de 2006 se permitió el acceso del público general al proyecto y en el 2024 encabezó el ranking de las redes sociales con más usuarios activos mensuales, con aproximadamente 3.000 millones, según información de DataReportal. Asimismo, Zuckerberg tiene un patrimonio valorizado en $206 mil millones y es el CEO de Meta.
Facebook alcanza los 21 años en un contexto en el que cada vez menos usuarios la utilizan con fines recreativos y más como un medio para ver qué cumpleaños se viene. Por el contrario, prefieren otras redes sociales como Instagram (parte de Meta) o TikTok. Entonces, surge la duda sobre en qué momento perdió el interés de la audiencia y qué rol tuvo la política en ello.
Libertad de expresión y Facebook
En el 2017, Facebook sufrió daño reputacional con el primer triunfo de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos (EEUU). Como se recuerda, durante la campaña las “fake news” jugaron un rol clave y no resultó sencillo para la app intentar establecer un equilibrio entre la libertad de expresión y la regulación de los contenidos.
Tras eso, en el 2021, luego de los disturbios en el asalto al Capitolio de los EEUU, Meta suspendió las cuentas de Facebook e Instagram de Trump, señalando que existía el riesgo de que sus comentarios alboroten a quienes estaban participando en los actos violentos. Como respuesta, el presidente inició una demanda y este año llegaron a un acuerdo por $25 millones.
Recientemente, Zuckerberg anunció un cambio en las políticas de moderación de sus plataformas. De esa manera, ahora prescinde de los verificadores externos para dejar esa labor en manos de la propia comunidad.
No obstante, esta no parece una solución infalible, puesto que podría aumentar de los discursos de odio y de las noticias falsas, bajo la premisa de la “libertad de expresión”. Las consecuencias que pueden traer esas campañas de desinformación elevan las sospechas de la decadencia de Facebook, aquella red social donde uno entraba a distraerse de los problemas reales, pero que, como todo, terminó politizándose.
