Seguramente te ha pasado, te preguntan : ¿En qué trabajas?” Tu respondes “En marketing”, y no habrá faltado aquel que te haya mirado con esa sonrisita lujuriosa que si tuviera subtítulos diría “ marketing, que rica chamba”.
No nos vamos a leer las manos entre gitanos, por supuesto que nuestro trabajo es divertido, excitante y muy sexy. Pero coincidirás conmigo en que esa descripción no es suficiente, más importante aún, no es suficiente para las marcas.
Nuestra industria ha llegado al punto en que lo que sabías no basta y que las 4 Ps que podías aplicar de memoria no necesariamente son la ecuación ganadora.
Lo más curioso es que a su vez nunca hemos tenido mayor posibilidad de trascender como profesionales. ¿Cómo el aparente caos puede ser tu principal insumo para hacer más relevante tu condición de marketero?
A través de una nueva P que desde mi punto de vista ha venido a revolucionar nuestro oficio: El propósito.
Hoy más que nunca tenemos que construir marcas con un propósito claro de cara a la sociedad y al mundo porque de lo contrario dejaran de ser relevantes para la audiencia. En pocas palabras portarse bien no solo una opción, es un acto de supervivencia.
Una marca con propósito tiene una postura que no solo es real sino que hace una verdadera diferencia en la sociedad, por ello es fundamental preguntarse dentro de la empresa ese ¿POR QUÉ? Y que no sea un reflejo de los temas sociales que estén de moda sino un compromiso que se manifieste en la comunicación de la marca pero sobretodo en sus acciones.
¿Pero sabes qué es lo mejor de todo? Que la respuesta de ese ¿POR QUÉ? Hace que valga más la pena ir a trabajar todos los días, soportar el tráfico y esas sonrisitas lujuriosas, porque nos hace entender que los marketeros por supuesto que podemos contribuir con cambiar el mundo y eso sí que es divertido, excitante, sexy, pero sobretodo riquísimo.