Por Fernando Velarde, arquitecto analista de VeMás.
Las ciudades han sido y son fenómenos socioeconómicos, donde las personas se aglomeran en busca de una mejor calidad de vida a nivel personal y social; el urbanismo como elemento integrador para planificar y balancear un uso saludable de la ciudad, no es la excepción. En tal sentido, debemos pensar en la ciudad como un ser vivo de continuo cambio, donde la tecnología y el tráfico se han convertido en una de las variables que más dinamismo le brinda. Ambos influyen en cómo las personas ocupan y se desenvuelven en su espacio laboral, cómo habitan y se relacionan entre sí, cómo se trasladan dentro de la ciudad y finalmente cómo ocupan el espacio público.
En la actualidad el urbanismo se vale de la tecnología para recabar la información que requiere en la elaboración de sus estrategias de intervenciones urbanas. Si la información existe y se usa para planificar ciudad, entonces también puede usarse para adelantarse a una tendencia o prever un problema en beneficio de cualquier negocio que se encuentre dentro del casco urbano. Debemos focalizar nuestra mirada a la evaluación del tipo usos de los espacios públicos y privados, los flujos peatonales, flujos vehiculares, sectores demográficos, entre otros.
Es importante analizar cómo cada uno de estos elementos se relacionan entre sí y de qué manera afectan el desempeño de nuestro mercado; información que luego deberá ser dirigida a los objetivos de venta de cada servicio o negocio. De modo que las empresas de Retail deben guiar su infraestructura hacia las reacciones que se generan en su público objetivo dentro del marco urbano.
Aquí brindamos un ejemplo de cómo el espacio y sus estímulos afectan la motivación y el flujo de potenciales consumidores. Piensen que estamos pasando por una avenida percibida como peligrosa por ser oscura y/o desolada, automáticamente nos ponemos en alerta y pensamos en replantear una ruta más segura; para lo cual el uso de la tecnología se torna indispensable ya que posiblemente recurriremos al celular para identifica rutas alternas. Esta situación permite al empresario identificar dónde invertir un negocio o qué variables debe modificar para que éste sea más atractivo.
Los negocios están empezando a adecuarse a las oportunidades que la tecnología ofrece desarrollando aplicativos (app) con el objetivo no solo de incrementar sus ventas sino de reducir costos (personal de atención al cliente, costo de vitrina, alquiler, etc.). Este modelo de negocio es llamado Ecommerce (comercio electrónico) creándose tiendas virtuales sin necesidad de invertir en infraestructura, lo cual genera cambios en los enfoques de marketing priorizando el posicionamiento web sobre banners o paneles publicitarios en las avenidas. En el Perú, el comercio electrónico se encuentra en proceso de consolidación puesto que progresivamente están incrementándose las compras online. Ello crea nuevos patrones de conductas y consideraciones a la hora de tomar una decisión de compra de un producto o de trasladarse a un centro comercial.
Uno de los grandes cambios que fomenta el ecommerce son los microemprendimientos comprendidos por los PYMES, MYPES y la especialización de la fuerza laboral. Esto responde a que las grandes corporaciones han reducido su personal para tercerizar áreas comerciales, administrativas, contables, entre otros. Motivo por el cual el mercado de oficinas se vio en la necesidad de cambiar volviéndose obsoletas las oficinas con más 100m2 (como solían serlo en el boom inmobiliario) para requerir que el metraje sea de 80m2 a menos.
Otra estrategia empresarial para adaptarse a las demandas actuales es el formato de oficinas Coworking en donde diversas empresas comparten el espacio de oficinas, sus amenities y servicios optimizando su tiempo de uso. Es importante comprender esta nueva tendencia laboral, ya que significa un cambio en los paradigmas de la sociedad relacionados al uso del tiempo, motivación de viajes y el uso de espacios comerciales dentro de la ciudad. La ciudad ya no pasa de ser un espacio con centros especializados aislados entre sí, donde se solía configurar por nodos funcionales diferenciados y focalizados. Sino, que la diversidad del suelo, las proximidades de usos y la intensidad de la calle son factores que ahora se utilizan para marcar la competitividad de una ciudad o no.
Décadas atrás, un criterio importante para tomar la decisión de instalar un centro comercial en la ciudad era el de identificar el carril de regreso del centro laboral. Este criterio ya no puede aplicarse el día de hoy por las nuevas dinámicas laborales y de ocupación del espacio urbano (ecommers y coworking). Ahora se podría ver qué calles son las más activas peatonalmente, o que tienen el potencial de serlo; tienen un mix de usos interesantes, tienen equipamientos urbanos satisfactorios y por ende existen espacios de estancia de los cuales se podrían sacar provecho, etc.
La forma en cómo las personas nos desplazamos en la cuidad es otro de los grandes desafíos que se imponen tanto al Retail como el urbanismo. El tráfico vehicular es un factor importante que debe ser considerado por los empresarios al momento de evaluar sus potenciales inversiones. Así un comprador puede verse motivado o desanimado a acudir a un centro comercial dependiendo de qué tan accesible (tiempo y ruta) pueda ser para él o no. Todo ello se torna más relevante en el caso de Lima puesto que tiene grandes retos que afrontar con respecto al tráfico vehicular en zonas urbanas y la mala percepción que se tiene del sistema de transporte público.
La cuidad ha respondido a estas nuevas demandas mediante la aparición de modelos de negocio tales como el uso de aplicaciones de taxi, servicios de mensajería y delivery. Sin embargo, dicha medida no hace más que incrementar el tráfico y por ende ahondar las resistencias del consumidor a acudir a los centros comerciales. Es evidente que las dificultades de transporte, las crecientes distancias y el ritmo acelerado al que se mueve la vida hoy en día, está generando un cambio potente en la motivación para desplazarse, usualmente buscamos resolver todas nuestras necesidades de consumo, trabajo, educación y recreación dentro de nuestro distrito o recurrimos a servicios de entrega y delivery.
Tal como se mencionó previamente el limeño está retomando el empleo del espacio público cercano a su domicilio. Fenómeno que también está siendo aprovechado por cadenas como Tambo, Listo, Más, Oxxo, etc. Al mismo tiempo han activado nuevos usos como las ferias de Food Trucks, ferias vecinales, marcas super especializadas, entre muchos otros negocios locales que tienen características de Retail pero que generan identidad de sitio en la población y activan de manera positiva el espacio urbano. Ello incrementa el valor del suelo y mejorando la marca distrito de aquellas municipalidades que los acogen y empiezan a adaptarse al cambio.
¿Qué debe hacer el Retail entonces?
En la ciudad de Lima Metropolitana tal como sucede en otras ciudades del mundo el principal desafío para el comercio exitoso radica en saber cómo llegar a su publico objetivo. Actualmente, el ciudadano común valora más la administración efectiva de su tiempo y por ende busca reducir traslados innecesarios en los diversos ámbitos de su vida (trabajo, ocio, familia, etc.). Así se vale de la tecnología para que sus necesidades y expectativas sean cubiertas mediante los aplicativos de sus marcas de interés (ecommerce); prefiere el uso de oficinas compartidas de modo que únicamente emplee dicho espacio y servicios cuando realmente los requiera y tiende a consumir con mayor frecuencia y agrado los comercios que se encuentran cerca a su vivienda.
Así en la actualidad encontramos que los centros comerciales brindan mayor relevancia a la identidad local creándose espacios tales como los “Power Center” que consisten en varias súper tiendas sin pasillos interiores, sino que básicamente son comercios de grandes dimensiones con gran distribución especializada y conexión directa a la calle. También surgen los “Strip Malls” centros comerciales de calle (comúnmente de servicios) que tienen solo los pasillos frontales a los locales.
Todo esto podría resultar en una transformación de estos grandes “Malls” a través de una reinterpretación de sus bordes perimétricos para aumentar la permeabilidad urbana y unificarse con la ciudad fortaleciendo su relación con el vecindario. En tal sentido, el éxito de los nuevos Retails estará directamente relacionado a la comprensión y adecuada integración de la actividad comercial a las dinámicas vecinales en paralelo con las sectoriales.
Si estos centros comerciales pudieran interactuar con la ciudad, abrir sus muros y generar espacios dinámicos semipúblicos, se lograría mejorar la imagen del centro comercial además de las características de percepción del lugar y calidad urbana.
No creemos que exista una fórmula única y mágica para solucionar este asunto, pues cada pedazo de ciudad tiene sus condicionantes especiales y cada localización debe ser analizada en profundidad para poder plantear soluciones coherentes con lo existente. Pero sí advertimos la creciente necesidad de analizar y adaptarse a los perfiles de los usuarios que lo rodean, ofreciendo soluciones creativas e innovadoras a los problemas que la ciudad plantea en ese sector.
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