El reciente estudio de Centrum PUCP revela que en las últimas elecciones para representantes de gobiernos locales, apenas el 4.7% del total de elegidos fueron mujeres.
Las sociedades buscan alcanzar un mundo en el que todos se desenvuelvan sin importar su género, religión, orientación sexual u otros factores que no deberían definir las capacidades de las personas. Las marcas deben estudiar y participar de estos cambios para saber cómo comunicarse asertivamente con su público objetivo.
En la última década, el ingreso promedio mensual de la mujer peruana fue menor en 33.5% al de los hombres, de acuerdo con el estudio “La Re Evolución de las mujeres en el Perú ¿Somos las mismas en 10 años?” realizado por Centrum PUCP, que evalúa la situación de la mujer en todo su ciclo de vida, desde la primera infancia, hasta la maternidad y la etapa de adulto mayor.
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La investigación también evidencia otros aspectos críticos, pues muestra que en las últimas elecciones para representantes de gobiernos locales, apenas el 4.7% del total de elegidos fueron mujeres; solo una fue elegida en 2018 como presidenta regional y en el Congreso el 25.4% de escaños han sido ocupados por mujeres (en las elecciones extraordinarias del 2020), menor al 27% del año 2016.
Asimismo, asegura que en los hogares no pobres, la participación de la mujer en su rol de jefe del hogar es mayor que en el caso de hogares pobres (31.5% versus el 24.3% en el 2018).
“La desigualdad en el uso del tiempo no solo evidencia aspectos de distribución diferenciada según el tipo de trabajo (remunerado o no) sino la subsistencia de problemas y limitaciones que enfrentan las mujeres con la falta de tiempo para la dedicación en actividades que les fomente su desarrollo, participación, generación de ingresos y autonomía”, menciona el informe.
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Beatrice Avolio y Luis Del Carpio, autores del estudio, proponen los siguientes temas para transformar esta realidad:
– Cambio socio-cultural, erradicando roles de género que refuerzan estereotipos que van en contra de la dignidad y la libertad de las mujeres en los diferentes campos de la vida social, buscando involucrar a las diferentes instituciones (legales, educativas, laborales, científicas, académicas, económicas, etc.) del país para desarrollar proyectos.
– Educación reproductiva, el embarazo adolescente puede tener repercusiones sociales y económicas en perjuicio del desarrollo de la mujer, por ello se requiere capacitar y sensibilizar a los profesionales de la salud que estén involucrados en la educación y salud reproductiva, así como capacitar a los docentes de los colegios y reforzar los planes nacionales y regionales de salud reproductiva.
– Erradicación de la violencia, es vital visibilizar todas las formas de violencia contra las mujeres y sus secuelas, capacitar y sensibilizar con una perspectiva de género a los miembros responsables de hacer y ejecutar las leyes, sancionar severamente a quienes ejerzan violencia contra la mujer, así como capacitar y sensibilizar a las fuerzas del cuerpo policial.
– Autonomía económica, se requiere acciones tales como: el empoderamiento económico de las mujeres, asegurar la educación de todas las mujeres, programas de educación financiera en las escuelas, políticas de emprendimiento de micro y pequeñas empresas a cargo de mujeres., establecer programas que distribuyan la carga de trabajo no remunerado entre varones y mujeres (p.ej.: trabajos de cuidado) y programas regionales y locales de autonomía económica para las mujeres rurales.
– Autonomía de su tiempo, si bien se evidencia un mayor empoderamiento de la mujer en diversos aspectos, aún subsiste una distribución diferenciada del trabajo (por tipo de trabajo y si este es remunerado o no), lo que afecta a las mujeres en el uso de su tiempo.
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