Una década después del fin de la saga su mercancía sigue generando ingresos por US$7.3 millones, ¿Cómo se mueve este negocio? Te lo contamos en esta nota
A diez años de su último estreno, la película del joven mago «Harry Potter» sigue dejando ganancias millonarias que ya se acercan a las recaudadas por su fiebre en taquilla. La eterna rentabilidad de la saga descansa en los productos inspirados en su mundo de hechicería, quienes apelan a la fuerza del contenido, pero principalmente a lo emocional de su producto. Como diríamos en el mundo marketero: una buena estrategia siempre vende.
Harry Potter y la compra emocional

Harry Potter siempre ha sido una especie de Midas. Desde que la autora británica J. K. Rowling publicó el primero de los siete libros que conforman la saga del mago de Hogwarts, los niños y adultos de todo el mundo cayeron seducidos por el universo mágico de Harry, Hermione y Ron, y las cuentas no han hecho más que llenarse y facturar desde entonces.
Distintas empresas corrieron para comprar derechos y licencias que les permitan lanzar productos alusivos a los títulos de Rowling y convertir el merchandising de Potter en un negocio que genera hasta US$7300 millones en ventas, según reporta Statistics Brain.
Los productos que se han hecho de este filme van desde figuras de acción hasta las deseadas varitas, capas, dulces, agendas y sobre todo videojuegos y juegos de mesa, los cuales comercian más de 3,73 millones de unidades en todo el mundo.

Las categorías para vender con esta saga son inagotables y los propietarios de las licencias lo aprovechan abriendo hasta un parque temático en Universal Studio de Orlando – Florida, que desde su apertura en 2015 ha generado más de US$1800 millones.
En él se ha recreado con exactitud el mundo de Hogwarts o el callejón Diagon, donde también se pueden encontrar un sin fin de tiendas con mercancía inspirada en las películas.
Pero el gran truco de todo es el potente contenido emocional. El público que llega al parque se conecta con todo el universo de la saga y sus maravillosos personajes, provocando que sea imposible no comprar un producto o mercancía de recuerdo y llevarse un pedazo de Harry a casa. Básicamente, llenan de nostalgia e intensa emoción para que los visitantes adquieran artículos a un excesivo precio que, en otras circunstancias, no adquirirían.

Una tasa de Harry Potter puede costar hasta US$20 en el parque de atracciones de Orlando y un peluche hasta US$40. Lejos de asustar, los artículos se venden hasta agotarse. Expertos lo explican como esa magia que se detona en la venta combinada con un momento de intensa felicidad, una experiencia emotiva y una buena estrategia de merchandising: terminan por empujar la decisión de compra.
No muchas marcas pueden lograr este nivel de conexión con sus productos, se necesita una historia muy sólida y un buen planteamiento de la estrategia, que al final, no siempre funcionan.