En publicidad es algo básico estar informado y esto se da en múltiples campos: productos, servicios, mercados, consumidores, audiencias y un extenso etcétera .
Sucede que una de las “fuentes” de información actual y tremendamente en boga, son las redes sociales, que nos traen de todo, pero que peligrosamente pueden ser una fuente de desinformación, lo que es mortal para el publicista, que tiene como actividad la de informar, no como los periodistas que en teoría solamente hacen eso, sino que hay que atraer, convencer y “empujar” a la acción y si la “materia prima” de la información está equivocada, si no pasa por un tamiz de verificación estricto… ¡Se estará induciendo públicamente al error, a muchos miles de personas!
Es verdad que un error puede rectificarse, pero “lo dicho, dicho está” y si bien podría haber corrección, esta, probablemente, no llegaría a todos los que recibieron la información equivocada y, además -lo que es peor- lo publicitado, sea este un producto, servicio o marca, sufriría un daño considerable, que minaría o anularía su credibilidad y prestigio.
La velocidad del trabajo publicitario, no puede ser el impedimento para una adecuada verificación de la información que se reciba o adquiera (de cualquier fuente o cualquier medio), porque existe una RESPONSABILIDAD PROFESIONAL que nunca debe ser soslayada. Insisto una vez más sobre este tema, porque creo que a veces no se le da importancia, cuando la tiene y mucha. No podemos dejarnos engañar, porque nosotros engañaremos a miles, que creen que lo que se dice es cierto y quien paga el pato, finalmente, es la publicidad. Por eso tiene mala fama.