En realidad, el título de la película norteamericana “de culto”, de ciencia ficción y del año 1973, es “Cuando el destino nos alcance”, pero yo he cambiado una palabra.
El filme narra que en 1922 (¡el año pasado!) la población de Nueva York es de cuarenta millones de habitantes, que viven, en general, en condiciones miserables. Se han creado alimentos sintéticos, con el fin de combatir el hambre, fabricados por una empresa, la Soylent Corp., que ha presentado su último y mejor producto: el “Soylent green”.
Bueno, me da la impresión de que, si el futuro no nos alcanzó ya y estamos viendo, rezagados, la polvareda que levanta al adelantarnos, de lo que somos testigos asombrados, no sé lo que será.
Si bien se calcula que para el año 2023, la población neoyorkina es “solamente” de ocho millones y medio de personas que están lejos de una “miseria generalizada”, hay muchos otros indicadores que muestran al futuro como un corredor de polendas, que nos alcanzó y va dejando atrás rápidamente.
Por ejemplo, ¿las computadoras 3D no imprimen alimentos comestibles ya, lo que tal vez hará que dentro de poco las tengamos como un artefacto en la cocina, como el horno de microondas o la licuadora?
¿Y qué me dicen de la tan mentada y popularmente usada
inteligencia artificial o “IA” …? Primero escribía y nos asombraba con sus respuestas a una infinidad de preguntas; luego comenzó a escribir a pedido, desde cartas, pasando por tareas escolares, tesis de grado universitario, cuentos, libros completos, guiones de cine, obras de teatro.
Ahora dibuja, diseña y crea imágenes casi perfectas, además ya hay por lo menos una película completa, “hecha” con la “IA” y el otro día pude ver un comercial de publicidad, al cual todavía le falta bastante para eliminar errores bastante notorios, pero es solamente una prueba -no para una marca determinada, sino para un genérico- y me entero de que ya hay, por lo menos, una compañía publicitaria de alcance multinacional, que ha anunciado el uso de la inteligencia artificial en sus producciones.
Vivimos una permanente época de cambios, que cada vez se acelera más y se vuelve más agresiva y resulta también impensada. La computadora personal desterró a las máquinas de escribir, el teléfono celular mandó al rincón de los recuerdos al casi omnipresente teléfono de disco, internet “atrasó”, con ventajas innegables al telégrafo y casi que “jubiló” al servicio postal; los telescopios salieron al espacio, viajaron millones de kilómetros y nos mostraron ese universo que nunca habíamos visto.
La perrita “Laika” en órbita, Yuri Gagarin, el primer pie en la Luna, los “Rovers” en Marte y tanto más, forman ya parte de un pasado que tiene pinta de viejo y en realidad, está fresco nomás.
La pregunta clásica “¿Qué nos deparará el futuro?”, creo que se puede responder con un “cualquier cosa imaginable y por imaginar”. Si la pregunta fuera ¿y la publicidad? Francamente, no me atrevería a responderla, pero creo que mientras siga existiendo el ser humano y la necesidad de comunicarse, existirá también.
Pero no sé cómo será.