Por Daniel San Román, gerente de marketing de ISIL.
Contrariamente a lo que muchos creen todo lo que habla un comediante sobre un escenario es el resultado de un proceso creativo, una redacción estructurada, el éxito de técnicas de memorización y una constante práctica basado en el ensayo y el error. Se ve como improvisación pero todo está minuciosamente estructurado. La entonación, la posición corporal, el silencio repentino y hasta los sorbos de agua. T O D O.
¿Y eso qué demonios tiene que ver con el Markenting, dirán? Creo que las similitudes se fundamentan mayoritariamente en la etapa inicial de la escritura de un monólogo exitoso. Todo texto de Stand Up Comedy nace de la detección de insights potentes. De encontrar algo que nos pasa a todos, que nos genera una emoción y en ver la manera como los comediantes dicen lo que todos piensan pero que no se atreven compartir. El revelar una verdad común pero que tal vez no nos atrevemos a alzar la voz sobre ella.
Para este proceso, al igual que en el marketing, se tiene que realizar trabajos exploratorios pero sobre todo estar atentos a la realidad. Observar lo que-pasa con mirada inquieta, tener la libreta en riste para apuntar la idea relevante y descubrir cómo hemos asumido con naturalidad conductas extrañas. Salir a la calle así como se tiene que hacer en el marketing. Estar fuera para tener contacto con nuestras audiencias y acompañarlos para entenderlos.
El segundo punto de coincidencia está en la forma en cómo se dicen las cosas. Un texto puede ser genial en la comedia pero si no tiene la entonación adecuada y la corporalidad precisa puede pasar desapercibido. Lo mismo pasa en el marketing. No solamente se trata de comunicar sino de hacerlo de la manera adecuada según el momento y la audiencia. No se trata de hablar de uno mismo asumiendo que la gente nos quiere escuchar porque simplemente lo hacemos más alto. Si la comunicación no genera empatía o reconocimiento es fallida.
El tercer punto es la secuencialidad del texto. Cuando se desarrolla la estructura de un texto para una rutina de humor se tiene que plantear como un plan de ataque. Empezar fuerte y terminar fuerte. Hacer un emparedado de eficiencia y contundencia. El medio puede navegar pero tiene que estar rodeado de potencia. Lo mismo pasa en el marketing. Uno para atraer la atención tiene que impresionar y ser contundente en el final de la comunicación.
El último es la predisposición que se debe tener como profesional, tanto de marketing como de standapero, de tener en la cabeza la orientación total de nuestro esfuerzo por el fin supremo de la felicidad de nuestra audiencia. Sin eso, estamos muertos.
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