La compañía ha retirado seis libros generados mediante inteligencia artificial que se publicaron bajo el nombre de la autora Jane Friedman, quien desconocía por completo su existencia.
En una sorprendente controversia literaria, Amazon ha retirado de su plataforma una serie de libros que fueron generados por inteligencia artificial y falsamente atribuidos a diversos autores. La presunta falsificación se ha centrado en nombres reconocidos en el mundo de la literatura, causando un revuelo en la comunidad lectora y editorial.
Usuarios en redes sociales han levantado su voz denunciando la generación no consensuada de libros mediante inteligencia artificial, bajo el nombre de una autora. Estos libros se comercializaban en Amazon, quien ya ha retirado seis de ellos. La escritora afectada, Jane Friedman, ha alzado su voz en protesta, pero esta batalla ha implicado un prolongado enfrentamiento con la compañía.
Inicialmente, la escritora solicitó a Amazon la retirada inmediata de dichos libros. Sin embargo, la respuesta por parte de la empresa fue lenta, lo que llevó a Friedman a exponer la situación en las redes sociales.

«Desde un principio, sabía que pedir simplemente a Amazon que retire los libros no sería suficiente; intuía que esto requeriría una pesadilla mediática», expresó la autora en declaraciones al medio Gizmodo.
Los libros generados por IA se hicieron evidentes para Friedman cuando un lector se aproximó a ella, tras descubrirlos en Amazon. Inicialmente, el lector percibió el lenguaje como peculiar, pensando que correspondía a un nuevo estilo de escritura de Friedman. No obstante, con el tiempo se percató de que había sido obra de otra persona. Varios lectores más dieron con estos libros, y aunque no se tiene certeza de cuántas copias fueron adquiridas, se presume que se vendieron al menos algunas.
Horas más tarde, un representante de Amazon se puso en contacto con Friedman, informándole que estaban evaluando el caso. Pocos días después, la plataforma procedió a retirar los libros generados por IA bajo el nombre de la escritora.
A pesar del resultado favorable, Friedman teme que esto solo sea el comienzo de una lucha con la tecnología en el ámbito editorial. Advierte que otros autores con menos influencia en las corporaciones tecnológicas podrían enfrentar problemas similares en el futuro.