Pese a que el Perú tuvo una Tasa de Actividad Emprendedora (TAE) del 40,20% el año pasado, la falta de seguridad y las dificultades para la formalización siguen siendo barreras importantes para el sector.
El negocio de las bodegas es un gran ejemplo de emprendimiento, por lo que no sorprende que todo barrio de cada distrito del país cuente con uno de estos clásicos locales. Esto permite que sean el mejor termómetro para identificar cuándo el peruano de a pie gasta menos como respuesta al alza de precios por la inflación.
Actualmente, existen 535.000 bodegas a nivel nacional y 260.000 en Lima aproximadamente, de acuerdo a Andrés Choy, presidente de la Asociación de Bodegueros del Perú. El espíritu emprendedor del país resulta innegable y desde el 2023 posee una Tasa de Actividad Emprendedora (TAE) del 40,20%, según el General Entrepreneurship Monitor (GEM).
Pese a eso, al cierre de ese mismo año, la Asociación de Mujeres Bodegueras del Perú (Agremub) reportó el cierre de más de 2.600 bodegas en Lima debido a extorsiones y cobro de cupos. Por eso, en el Día del Bodeguero, Mercado Negro analiza las dificultades que debe superar a diario un gremio que, ante todo, resiste.
Problemáticas en aumento
El 63% de peruanos cree que la seguridad ciudadana empeoró en el último año, tal y como indicó Ipsos en un estudio publicado en marzo. Asimismo, el 87% de los entrevistados afirmó sentirse inseguros al transitar por la calle de noche. Dentro de esta preocupante realidad, el sector bodeguero no solo está expuesto a asaltos, sino también a amenazas de bandas de crimen organizado enquistadas en la sociedad.
“Los distritos con mayor afluencia de delincuencia están ubicados en el Cono Norte y el Estado de Emergencia que se decretó en algunas zonas no reflejó ninguna mejoría. Por el contrario, perjudicó a muchas bodegas que, al tener que vender solo hasta cierta hora por el toque de queda y contar con gastos de alquiler, tuvieron que cerrar sus negocios”, alerta Carla Campos, presidenta de Agremub.
“Hoy en día no se puede invertir tanto en mercadería por la inflación. Por ejemplo, los huevos antes valían 5 o 6 soles el kilo; y ahora cuestan 9. El costo para nosotros es 8,50 por kilo y 8,80 si es al por mayor”, cuenta Campos. Esto quiere decir que la ganancia termina siendo de 20 o 30 céntimos por kilogramo.
“Ya no se gana un 30 o 40% como antes; sino de 20 a 25% por producto”, revela Campos. Si a esto se le suma el pago de alquiler y personal, se evidencia el impacto que tiene en sus ganancias. Sobre todo, en un rubro que demanda una jornada laboral de 12 horas como mínimo.
Por otro lado, para funcionar, las bodegas deben contar con un permiso aprobado por Defensa Civil. Por ejemplo, el local debe contar con un pozo a tierra y su implementación no es barata. “Esto requiere una inversión de 3.000 a 5.000 soles. Entonces, quienes no cuentan con ese capital por el alza de los productos de la canasta básica, prefieren ser informales”, comenta Campos.
Si bien el objetivo es que todas las bodegas sean formales, lo cierto es que el grupo que permanece reacio a ello no identifica un respaldo contra la delincuencia que los avale. Sin embargo, Campos reconoce su importancia y menciona otro riesgo latente. “Aparte de tener acceso a beneficios con entidades bancarias, nos da el derecho a reclamar. Muchas veces los informales sufren de abusos de autoridad porque [el órgano de] Fiscalización se lleva su mercadería“, lamenta.
En ese sentido, desde el 2021, la asociación busca repeler las consecuencias de la crisis económica producida por la pandemia. Para combatir las problemáticas descritas, Agremub capacita a los comerciantes sobre seguridad, emprendimiento y asesoría acerca de cómo solventar sus negocios. Adicionalmente, ofrecen talleres psicológicos para las asociadas que están pasando por momentos complicados en una lucha diaria para que sus negocios no quiebren.