Las desapariciones

En publicidad, por lo menos en el tiempo que estuve activo, la primera desaparición notoria, fue la de la máquina de escribir: mecánica o eléctrica, con “brazos” o “de bolita”, dio paso al “procesador de palabras” y en paralelo o muy seguidamente, a la computadora personal, o PC (personal computer) que era un verdadero armatoste, con pantalla que ocupaba mucho espacio sobre el escritorio (y una pinta de televisor), un teclado y el “CPU” (central processing unit) que era un cajón rectangular –muy grande también- y que generalmente se ponía en el suelo…¡debajo del escritorio!

Personalmente, empecé como redactor con una máquina de escribir bastante grande y “recia”. Luego, la “novedad” hizo que me comprara un procesador de palabras chato y ligero, marca “Canon”, que se parecía mucho a una máquina de escribir portátil y que podía llevar a todas partes… Por supuesto, en la oficina, el trabajo lo hacía en una PC y tenía también una en casa.

La computadora fue creciendo en posibilidades y alguno de los programas para esta, poco a poco, hicieron accesible el diseño y el dibujo, arrimando a los directores de arte que no se “ponían al día” con lo que entonces era el “dibujo electrónico”. Fueron dejando de usarse cada vez más lo que llamaría “instrumentos analógicos”, tales como plumones de colores (marca “Design”, por ejemplo), las témperas, las acuarelas, el “lápiz chato”, el borrador “de papa” que cada vez más, era reemplazado por la “pica” (en realidad el nombre venía del inglés “pick up” y eran los restos de goma líquida que se iban, pacientemente, juntando y convirtiendo en una bola medio pegajosa que servía para borrar trazos a lápiz y limpiar los sobrantes de lo que se pegaba en los “artes finales”), los “blocks de story board” (hojas con rectángulos de bordes redondeados para dibujar los cuadros importantes de un comercial para televisión.

No es que los “instrumentos analógicos” se esfumaran totalmente, porque hasta ahora, la ilustración a mano se utiliza, pero me temo que cada vez menos.

Estoy seguro que existen muchas más “desapariciones” y que los más viejos en el oficio se acordarán de tantas otras, pero en mi caso –y no sé si en el de ellos- el olor de la goma líquida, la textura del papel, los recuadros del “story board” y muchos pequeños detalles más, están en la memoria y digamos que añoro el tiempo en que no todo era teclas, programas y computadoras. El tiempo en que, si al cliente no le gustaba el color de fondo de un afiche, había que volver a pintarlo y no como ahora, que basta oprimir una tecla para cambiarlo y se hace rápidamente varias veces, si fuera necesario.

¿Saben…? Para mí, la publicidad ha sido una aventura maravillosa, y como digo siempre, parafraseando (con respeto) al inmenso poeta Pablo Neruda, “Confieso que he vivido” …

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