“Déjalo así nomás…”

La tentación es grande, cuando, habiendo escrito un texto cualquiera, lo hemos leído con detenimiento, corregido, alargado o acortado, vuelto a leer, haber verificado algún dato que parece dudoso y todavía no nos “convence”, una voz interna nos dice “déjalo así nomás”…

Esto que puede sonar exagerado, es el proceso (y la respuesta propia, a veces) al trabajo diario de escribir textos para publicidad, en un número que a veces agobia y hace que el cerebro se exprima como limón de emolientero, en busca de ideas creativas, originalidad, “eso” que lo haga diferente y definitivo.

Creo que todo quien escribe o haya escrito “textos”, que pueden ser avisos que serán impresos o guiones que se deben convertir en “spots” para radio o televisión, ha pasado por este proceso y le han venido las ganas de un “déjalo así nomás”.

Por más puntilloso que uno sea, el tiempo suele apremiar, los trabajos por hacer se amontonan y no hay “Chapulín Colorado” que pueda salvarnos; entonces, ceder a la tentación podrá aliviar el trabajo o la presión, pero la calidad de lo que se escribe y su efectividad van a sufrir una merma que generalmente es fatal y aunque al principio “nadie lo note”, finalmente va a terminar por evidenciarse en detrimento de uno mismo y perjudicará a los clientes que confiaron en un profesional “con todas las de la ley”.

La regla para esto es muy simple: NO CEDER A LA TENTACIÓN. El “déjalo así nomás” no es un mal que solamente puede atacar a los redactores y creativos publicitarios, sino que aqueja a una gran parte de nuestra población. Es dejar las cosas a medio hacer, es conformarse con algo mediocre, que pudo ser excelente y se ha convertido en algo casi inservible…

La velocidad exigida y la cantidad de trabajo que se acumula, son solamente excusas para hacer algo mediocre o “así nomás”; pienso en qué sería del mundo si todo fuera encarado de ese modo, porque nada funcionaría como debe. Sería el caos. Pensemos si alguna pieza importante de los vehículos de determinada marca, fueran hechas bajo el concepto de “déjalo así nomás”… La cantidad de fallas o accidentes que se producirían, traducidos en demoras, gastos o vidas, podría ser enorme y haría que los vehículos, aún sin vender, regresaran a la fábrica para corregir la falla, cambiando la pieza “así nomás” y “recoger” los ya vendidos para hacer el cambio respectivo con el consiguiente gasto de tiempo, dinero y ¡pérdida del prestigio de marca!

Bueno, en el caso del redactor publicitario, su texto “déjalo así nomás” es una pieza fundamental para el éxito o fracaso de una comunicación. Digo yo: ¿vale la pena arriesgarse?

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