Investigadores han revelado que este impacto puede variar desde unas horas hasta varios días, dependerá de la plataforma. Por tal motivo han propuesto una solución que puede ser menos compatible con la libertad de expresión.
Un artículo escrito por Marian-Andrei Rizoiu, de la Universidad Tecnológica de Sydney, y su coautor del Instituto Federal Suizo de Tecnología de Lausana, Philipp Schneider, estudia los efectos potenciales de la nueva Ley de Servicios Digitales de la Unión Europea y en el mismo explican el problema detrás de las plataformas sociales.
El efecto nocivo de las redes sociales
Para dicha investigación crearon un modelo matemático que analiza cómo se propaga el contenido dañino en las redes sociales. Utilizó dos medidas para evaluar la eficacia de la moderación de la Ley de Servicios Digitales (LSD): el potencial de daño del contenido (qué tan viral se vuelve) y su vida media (cuánto tiempo tarda la difusión del contenido en llegar a su punto medio).
Los investigadores escriben que se dice que X, anteriormente Twitter, tiene la vida media más corta, fijada por investigaciones anteriores en menos de 30 minutos. Le sigue Facebook con poco más de 100 minutos, seguido de Instagram (20 horas), LinkedIn (un día) y finalmente YouTube (más de una semana con 8 días).
De igual forma aseguran que sus hallazgos respaldan el argumento de que la reducción de daños es posible incluso en plataformas como X, donde la información se mueve a la velocidad del rayo. Su modelo sugiere que la moderación 24 horas después de que una publicación se publique aún puede reducir su alcance hasta en un 50%.
Explican que, si bien es mala en sí misma, una publicación dañina en realidad tiene un impacto negativo mayor porque desencadena un “proceso puntual autoemocionante”, una situación en la que, si ocurre un evento, aumenta la probabilidad de que sigan eventos posteriores.
Como escriben los autores del estudio, “atrae a más personas a la discusión con el tiempo y genera más publicaciones dañinas”, similar al antiguo juego del Teléfono, pero con el mensaje volviéndose más dañino con el tiempo en lugar de simplemente menos consistente. Si no se controla, escriben los autores, «la ‘descendencia’ [de una publicación] puede generar más descendencia, lo que lleva a un crecimiento exponencial».
¿Cómo detener esta bola de nieve?
Desafortunadamente para países como Estados Unidos, lidiar con este problema requiere un poco menos de apego a la “libertad de expresión” y un poco más de inspiración extranjera.
Uno de los mandatos de la UE es que las plataformas instalen “señaladores” humanos, cuyo trabajo es identificar y eliminar contenido dañino en un plazo de 24 horas. No es mucho tiempo para que exista contenido en línea, pero cuando se trata de cosas como la difusión de desinformación, discursos de odio o propaganda terrorista directa, resulta ser suficiente.
«Hemos visto ejemplos en Twitter en los que compartir una imagen falsa de una explosión cerca del Pentágono provocó que el mercado de acciones de Estados Unidos cayera en cuestión de minutos», explicó Rizoiu, el autor principal, en un comunicado de prensa.
Pero la rápida difusión de las redes sociales ha generado preocupación de que las políticas de moderación de la Ley de Servicios Digitales puedan resultar ineficaces, dada la rapidez con la que las publicaciones pueden volverse virales. «Había dudas sobre si las nuevas regulaciones de la UE tendrían algún impacto», dijo Rizoiu.