El gran perdedor de estas elecciones son los medios masivos de comunicación y su visión trasnochada y suicida del imperio del rating, su entusiasta contribución a la farandulización imbécil de la política, y esa idea que ya no juega hace años en el Perú, de poder poner a candidatos o frenar a otros en base a sus intereses.
Esos medios son la otra bancada que ha quedado totalmente fuera de la realidad de lo que las audiencias de hoy piden.
La implicancia para la industria del marketing no es poca. Para una marca peruana que quiere realmente estar donde se está formando la ola, los medios no están siquiera corriendo la ola, sino siendo pasados por ella.
Ignorar lo que está emergiendo (seguro muchos periodistas no saben aún qué cosa es Frepap, por ejemplo) y apostar por entrevistar a políticos corruptos y blindadores para darles tribuna hasta el hartazgo, es seguir creyendo que la antena sigue en la emisora y no en la sociedad.
Y ante la falta de opciones, muchos programas online, podcasts, newsletters seguirán creciendo, y los medios masivos corren el riesgo de pasar a formar parte de ese orden tradicional contra el que el electorado ha votado.
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