“¡Soy un monstruo negro!”. Este y otros amargos insultos repiten en coro los protagonistas de vídeos grabados en África, pero que se hicieron tendencia en la app Douyin, la aplicación de TikTok para China.
Una investigación reciente desarrollada por la BBC África dejó al descubierto toda una industria impulsada por creadores de contenidos provenientes de China ¿El enfoque? Grabar mensajes personalizados, en ocasiones con niños, pero todos sus protagonistas son provenientes de África. Quienes repiten en coro frases en mandarin, las cuales a menudo son insultos hacia las personas de color.
Los autores de la investigación denuncian que este escenario se ha convertido en una real “pornografía de la pobreza”, que frecuentemente está envestida de racismo. Se trata de una tendencia que tuvo su auge entre 2018 y 2020, con una fuerte presencia en la red social Douyin, la aplicación de TikTok para China. Y, aunque ha disminuido la presencia de estos vídeos, no han desaparecido del todo.
Un mercado con una fuerte demanda
Un negocio no es rentable sin consumidores y este tenía más de un cliente ideal. Mismos que incluyen empresas, parejas a punto de casarse, padres que celebraban el ingreso de sus hijos a la universidad. Incluso celebridades, muchos de ellos tenían (o tienen) un gusto en común en China, los vídeos racistas.
El material audiovisual en muchas ocasiones tenía la misma sinopsis: una pizarra oscura con caracteres en mandarin con y varios africanos realizando actividades como bailes, cantos o simplemente entonando las palabras chinas que el creador de contenidos les indicaba. Pero que los propios protagonistas no entendían.
Sin embargo, a pesar de haber muchos vídeos de este tipo en redes sociales, uno en particular fue el que incentivó la investigación de la BBC África. El clip se hizo viral en febrero de 2020, momento en el que todos estaban expectantes con la pandemia que acababa de descubrirse en China.
En el material audiovisual los niños africanos repiten en coro ante la cámara y en chino: “Soy un monstruo negro y tengo un coeficiente intelectual muy bajo”. Se trata de un mensaje que atenta contra el discurso antirracista y de la ayuda a los países en desarrollo que promueve el gobierno de China.
Es por ello que durante un año, una periodista de la BBC se dedicó a seguir el rastro de los píxeles a un tal Lu Ke, conocido entre algunas de las comunidades africanas afectadas como “Susu”, lo que es igual a “tío” en chino-.
El creador de contenidos sólo tenía veinte años al momento de la investigación, pero contaba con un récord de hasta 380 vídeos al día. En su mayoría con niños de una aldea de Malawi y todo este material audiovisual era destinado para su comercialización. A través de un mercado digital en el cual podían costar cada uno entre 10 y 70 dólares.
¿Videos racistas bajo el amparo de las autoridades?
Celina Runako, la periodista detrás de todo este trabajo de investigación, comentó en un texto para News24 que existe algo siniestramente arraigado en ir hasta África y “arrojar monedas a personas menos privilegiadas que tú y pedirles que hagan lo que tú quieres”.
De igual forma, otra periodista, en este caso de la cadena alemana Dolce Welle, mencionó sobre esta investigación que es irónico el ello de que en una Internet tan monitoreada por sus autoridades locales como lo es la de China, el racismo tenga la oportunidad de escapar.
La periodista de DW, que en el pasado trabajó para una empresa de streaming en China. Señala que hay una “enorme máquina de hacer dinero” detrás de estos videos (racistas) que, si no se controla, podría volver a despegar en el futuro.
Por su parte, las redes sociales guardan silencio, pero es en estas mismas donde proliferan estos contenidos. Hasta ahora se desconoce la posición de TikTok, pero el problema de los vídeos racistas trascienden a otras plataformas.