El 66% de las empresas ya están abordando el riesgo de salud mental, pero sólo el 18% está pensando en incrementar la inversión en Planes de Beneficios y Salud Mental.
El impacto de la salud mental se hace sentir con más fuerza en todo el mundo. Cambios acelerados, pérdidas humanas y materiales, conflictos armados, inflación generalizada, desastres naturales e incertidumbre, son solo algunos de los factores que lo agudizan. En el entorno laboral a nivel global, el 43% de los trabajadores afirman haber experimentado burnout, un tipo de estrés relacionado con el trabajo que incluye agotamiento físico o emocional, y que a su vez implica la ausencia de sensación de logro y pérdida de la identidad personal. En Latinoamérica ese porcentaje incrementa a un 56%, según el estudio Health on Demand.
De acuerdo al Informe de Riesgos Globales 2021, Latinoamérica se enfrenta además a una “juventud desilusionada”, un riesgo desatendido que se convertirá en una amenaza crítica durante los próximos años. Nombrados como Pandemials, este sector de la población ya ha vivido una crisis financiera, un colapso mundial por pandemia, un sistema educativo obsoleto, una sociedad polarizada y una crisis climática arraigada. Los expertos aseguran que corren el riesgo de convertirse en una generación perdida.
Bienestar rentable
Frente a tan delicado contexto, el estudio Riesgos de Personas 2022 señala que el 66% de las empresas en Latinoamérica ya están abordando el riesgo de salud mental, mientras el 79% cuenta con responsables para gestionarlo. Un gran avance, si se tiene en consideración que en 2019 el 79% de las empresas no contaba con ninguna herramienta para medir la salud mental de sus empleados, y el 71% tampoco había desarrollado ningún programa para reducir los problemas de salud mental entre su planilla.
Sin embargo, a pesar de los múltiples avances, líderes de Recursos Humanos y del área de Riesgos manifestaron su preocupación al encontrar el riesgo de salud mental en el puesto 22, de los 25 riesgos relacionados a las personas que identifica el mismo estudio. “Nos preocupa que la salud mental se considere como un problema de la pandemia, y que los empleadores sientan que han cumplido al agregar un programa de asistencia al empleado (PAE) o realizar una campaña contra el estigma. La necesidad de atención consistente a la salud mental sigue siendo un desafío en todo el mundo”, menciona Ariel Almazán, líder de Workforce Health para Latinoamérica y el Caribe en Mercer Marsh Beneficios.
A esto se suma la escasa inversión pública existente. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la media del gasto público en salud mental en toda la región es apenas un 2% del presupuesto sanitario, y más del 60% se destina a hospitales psiquiátricos. “De ahí que las empresas tengan que pensar de forma muy estratégica el diseño de sus Planes de Beneficios y Salud, incluyendo la mental. Han de estar bien alineados con el manejo del resto de sus riesgos corporativos, entender el impacto en sus resultados y en su talento, y que una solución única no satisfará las diferentes necesidades de una fuerza laboral cada vez más diversa. A la vez, necesitan controlar los crecientes costos médicos y de salud, lo que les plantea un gran reto. Pero no podemos bajar la guardia ante el deterioro de la salud mental“, asegura Almazán.