Ferran Adrià, el exitoso hombre que revolucionó el mundo de la gastronomía mundial reflexiona sobre creatividad, diseño y lo que cuesta sacar proyectos adelante.
Ferran Adrià Acosta, nacido en Barcelona el 14 de mayo de 1962, es un cocinero español considerado el mejor chef del mundo. Revolucionó el mundo de la gastronomía y lo introdujo en una nueva era. Ello lo llevó a ser considerado por la revista norteamericana Time como una de las 10 personas más innovadoras del mundo en 2004.
Ferran montó el desaparecido “El Bulli”, restaurante español que fue reconocido como Mejor Restaurante del Mundo por la revista británica Restaurant, además de recibir el premio S. Pellegrino1 durante cuatro años consecutivos; galardones que ningún otro establecimiento ha conseguido igualar a día de hoy.
En entrevista con Gráffica, Ferran Adrià se muestra abrumador de palabras, incluso su entrevistador lo describe como un personaje que se “atropella al hablar” y que “crea e imagina cada segundo como un espectáculo”.
Para el empresario, la creatividad está en constante cambio. “Al final es una actitud delante de la vida, buscarse la vida. Es querer hacer cosas. Lo que cambia son las consecuencias. No es lo mismo crear un plato que cambiar el paradigma de la cocina. No es lo mismo hacer un nuevo logo que inventar un nuevo alfabeto”.
“Ser creativo no significa ser superior”
Existe un documental en el que se devela cómo funciona una mente creativa como la de Ferran, es “El Bulli Cooking in Progress”, en este se ve cómo él mismo habla de “la emoción creativa”.
“Si ves los vídeos estábamos tan normal. Tirábamos la basura, limpiábamos, buscábamos cosas nuevas… tiene que estar en tu ADN como algo normal. Por ser creativo no eres superior. En general, creo que no solo en España, sino en todo el mundo ha habido una cierta magnificación del tema”, afirma el cocinero a Gráffica.
Pese a manejar un tono que parece intentar relativizar la creatividad, Adrià sabe de las diferencias y valorarlas. “No es lo mismo una persona que crea una vacuna contra el cáncer –este sí se puede creer medio Dios–, que un cocinero que hace un plato o un diseñador que diseña un logo”.
“Ego creativo”
Para Ferran, hay algo que debe preocupar a toda la comunidad creativa, indistintamente del sector en el que se trabaje: “El ego creativo es lo peor que hay”.
“El 99% que de los profesionales que ejercen la creatividad quieren cambiar el paradigma de su profesión. El que diga lo contrario, miente. Es decir, un pintor quiere ser Picasso, un arquitecto quiere ser Le Corbusier… ¡Es que es humano! Lo que pasa es que si no consigues esto has fracasado. Y no es así”.
“En nuestro caso, si la gente nos analiza verá que nosotros no buscábamos nada de todo esto. Nosotros siempre buscábamos ser felices y el éxito ha sido consecuente. Yo siempre digo que busques la felicidad, no busques el éxito. Esto es importante”.
El cocinero hace un llamado a disfrutar los momentos y no ser tan desquiciados buscando la superioridad. “Conozco a más profesionales que son felices trabajando en un sitio sencillito y no que tienen tres estrellas Michelin. ¿Por qué? Porque han entendido que ese es su nivel y son felices dentro de su nivel. Y tienen su eguito para hacer las cosas”.
Sin embargo, es consciente que gracias a este “Ego creativo excesivo” es culpable de revoluciones que cambian la historia de las cosas. “Es necesario, pero es un concepto muy duro, muy dramático en el que la mayoría de gente se queda en el camino”, dice.
Como relatan el Gráffica, se cree que los cocineros son uno de los máximos exponentes de la creatividad, ya que deben pensar y diseñar para todos los sentidos : vista, gusto, olfato, sonido… emoción. Prueba de ello es el mismo Ferran, que tiene conocimientos de diseño gráfico, de comunicación visual y convive con los diseñadores como algo habitual dentro de su cocina. En 2006 se le otorgó el Lucky Strike, prestigioso premio internacional de diseño.
“Yo pensé. ¿Por qué coño nos dan un premio de diseño? Pues porque reconocían que con diseñadores, de tú a tú, trabajando conjuntamente nos importaba el continente.En un restaurante como El Bulli, que es muy pequeño, teníamos nuestra propia vajilla y la tuvimos que hacer sin moldes”.
La relación entre el cocinero con los diseñadores fue la que todo el mundo quisiera tener con sus clientes, aunque al inicio funcionaban como cualquier otro contrato en el que un cliente pasaba el briefing a un estudio de diseño; ello cambió radicalmente cuando el equipo de diseño se integró dentro del grupo de trabajo. “Estábamos conjuntamente y había una comunión entre ellos y nosotros y fueron trabajos fantásticos. Fueron momentos fantásticos”.
¿Y los plagios?
Como describen en Gráffica, Ferran siempre puso sus descubrimientos y sus caminos creativos al servicio de todos. Pero, cuando le preguntas sobre los plagios o copias es muy tajante. “Creo en la honestidad y en la ética, pero no es obligatoria”.
“No es lo mismo un diseñador que trabaja en Perú que uno que trabaja en Madrid. No es lo mismo un joyero que un diseñador gráfico. No es lo mismo un cocinero que un pastelero. No es lo mismo un señor que hace nanotecnología que un señor que hace biotecnología, aunque pueda parecer lo mismo”.
Adrià pone un ejemplo para explicar que en la creatividad no hay reglas. “Philippe Starck. Yo conozco a Philippe, es millonario, por lo que podría regalar todo lo que hace o Madonna que podría no cobrar un disco… pero claro, un diseñador jovencito que no tiene para vivir si crea algo que de verdad es diferente, que no es fácil, tendría que tener un cierto reconocimiento y de alguna manera patentar aquello, algo que no se puede, porque es un concepto”.
¿Qué quiere ser uno en la vida?
“Te lees el libro de Steve Jobs y era un tío durísimo. Yo no entiendo así la innovación. Pero no le fue mal. Sin embargo, ves a un tipo como Amancio Ortega que no quiere ningún protagonismo y es tan innovador como Steve Jobs. No hay una regla.Tú, ¿quién quieres ser Steve Jobs o Amancio Ortega? Tú decides. Tú, ¿quién quieres ser Philippe Starck o un diseñador más normal?”, reflexiona.
Para Ferran, su propio éxito se lo atribuye a esa necesidad que siempre sientió de creer en algo. “Mi experiencia es que pasé desde 1984 hasta 1999 ganando 1.200 euros al mes, trabajando 330 días al año, 15 horas cada día, creyendo en algo. No digo que la gente lo haga. Esto es lo que yo hice”.
“No conozco a nadie que para conseguir algo no haya tenido que trabajar duro. No hay una regla”, con esa frase concluye la entrevista el reconocido cocinero.
SUSCRÍBETE a Mercado Negro y sé parte del Medio Especializado en Marketing y Publicidad más grande del Perú. Conoce todos nuestros paquetes en el siguiente link: https://suscripciones.mercadonegro.pe/
Además, deja tus datos en el siguiente formulario para recibir más información: