El Global Banking Annual Review 2025 de McKinsey & Company revela que el sistema financiero del país destaca por su estabilidad, con un nivel de ingresos equivalente al 5.4% del Producto Bruto Interno nacional.
De acuerdo al Global Banking Annual Review 2025, elaborado por McKinsey & Company, los bancos generaron utilidades récord por 1.2 billones de dólares en 2024, impulsadas por el entorno de tasas altas y márgenes sólidos. Sin embargo, el estudio advierte que los inversionistas mantienen reservas sobre la sostenibilidad de este crecimiento: la valoración del sector sigue 67% por debajo del promedio de otras industrias, reflejando la necesidad de un nuevo modelo de competitividad en la era digital.
El informe muestra que América Latina es una de las regiones más rentables del mundo. El año pasado, la banca regional registró un retorno promedio sobre el capital tangible (ROTE) de 16.5%, casi el doble del 9% global. Este desempeño demuestra la capacidad del sector para adaptarse a condiciones económicas volátiles y sostener márgenes atractivos.
Dentro de este panorama, el sistema financiero peruano destaca por su estabilidad y rentabilidad, con un ROTE de 14% y un nivel de ingresos equivalente al 5.4% del PBI nacional, una de las participaciones más altas de la región. No obstante, el estudio advierte que esta fortaleza convive con un reto estructural: la profundidad financiera del país (medida por la relación entre depósitos, créditos y activos bajo gestión frente al PBI) alcanza el 154%, frente a un promedio global de 367%. Este indicador refleja el amplio margen de crecimiento que existe en inclusión financiera y digitalización.
Perspectivas hacia 2028
McKinsey proyecta que los ingresos bancarios en América Latina crecerán cerca de 10% hacia 2028, impulsados por la digitalización, los medios de pago y el financiamiento comercial. En este escenario, el estudio recomienda acelerar la adopción de inteligencia artificial y fortalecer el canal móvil como núcleo de la experiencia del cliente, con el fin de mantener la rentabilidad y capturar nuevas fuentes de crecimiento.
En la era de la inteligencia artificial, el liderazgo bancario ya no se definirá por el tamaño o la cobertura, sino por la precisión. Esto incluye la capacidad de aplicar conocimiento granular para crear valor sostenible y consolidar la confianza de los consumidores en un entorno financiero cada vez más competitivo.










