Disney. La estrategia de marketing que se esconde tras el éxito de sus remakes es responsable de que espectadores de todas las edades corran a las salas de cine movidos por el sentimiento de confort y nostalgia.
Últimamente, es común que el público adulto asista a películas que podrían catalogarse como “infantiles”; a tal punto que las carteleras de cine ubican estas funciones en horario no habitual para niños e, incluso, con lenguaje original o subtitulado, dos características poco usuales cuando se trata de cintas animadas o destinadas al público infantil.
Sin embargo, Disney ha sabido sacar provecho de ello y es que la estrategia de marketing que se esconde tras el éxito de sus remakes, es la responsable de que espectadores de todas las edades corran a las salas de cine movidos por el sentimiento de confort y nostalgia.
Un perfecto ejemplo es el remake de Aladdin, una versión en carne y hueso del clásico animado que Disney estrenó en 1992, cuyo relanzamiento en mayo del 2019 alcanzó los $ 207, 1 millones en todo el mundo, superando a las películas más exitosas de esa fecha.
Lograr tal fenómeno en taquilla no es nuevo para la gran industria, pues hace años Disney sacaba la adaptación con personajes reales de Mary Poppins, La Bella y la Bestia y, el más reciente, El Rey León, que alcanzó los mil millones de dólares en entradas en apenas dos semanas.
El papel de la nostalgia
El experto en nostalgia del King’s College de Londres, Wijnand van Tilburg, explicó a la BBC que “la gente tiende a disfrutar de sentirse nostálgico”. Según el experto, la nostalgia es una emoción fuerte que termina por despertar en las personas cierto gusto e, incluso, lograr que se sientan mejor, por tal razón el cine se ha llenado de secuelas o sagas, pues los consumidores disfrutan del contenido familiar.
En este sentido, no es descabellado que una persona se sorprenda leyendo por enésima vez la misma novela o comiendo el mismo plato, pues la sensación de comodidad que provee lo ya conocido se ha convertido en un activo de marca muy poderoso en los últimos años. “Lo conocido tiene el efecto de hacer que nos sintamos cómodos y confortables”, precisó Van Tilburg.
El experto también aseguró a la BBC que, precisamente, esa es la clave de los remakes “ver lo que ya sabemos que va a pasar” y un sin fin de elementos reciclados que llevan al público a pagar por algo que vieron hace décadas pero con una versión más actualizada.
Por lo tanto, provee una sensación de felicidad, y la idea de volver a la infancia se suma con lo ya conocido y con el poder de lo que se ha consumido antes. Disney tiene ya la historia y solo le queda traerla de vuelta al siglo XXI para seguir rompiendo records en el séptimo arte.
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