Cada vez más personas adultas invierten en juguetes que antes eran considerados exclusivamente para niños, especialmente en sets de construcción, desde figuras temáticas hasta modelos detallados.
Lo que antes se consideraba un pasatiempo infantil ha evolucionado en un fenómeno cultural. Cada vez más adultos invierten en juguetes de colección, desde figuras de acción hasta complejos sets de construcción, como una forma de reconectar con su infancia, aliviar el estrés y expresarse en un mundo acelerado.
Este auge responde a diversos factores: la nostalgia, el deseo de desconexión, la búsqueda de pertenencia y el atractivo de piezas exclusivas. “Hoy, construir un set de LEGO no es solo jugar, es una forma de identidad y bienestar”, explica Miguel Ángel Estupiñán, gerente comercial de la marca en Perú.
Los llamados kidults, adultos entre 25 y 45 años, lideran esta tendencia. Encuentran en los juguetes no solo entretenimiento, sino también una inversión. Ediciones limitadas y piezas vintage se revalorizan con el tiempo, lo que ha transformado el coleccionismo en un mercado cada vez más sofisticado.

A ello se suma la influencia de franquicias como Star Wars, Marvel o Pokémon, cuyos productos despiertan pasiones y generan comunidades activas en redes sociales. Los videos de “unboxing” y las plataformas de compra han democratizado el acceso, permitiendo a coleccionistas de todo el mundo compartir su entusiasmo.
Más allá del marketing y la estética, los juguetes de colección han dejado de ser simples objetos. Son herramientas de escape, símbolos de nostalgia y medios de conexión emocional. Para muchos, coleccionar es construir recuerdos, una pieza a la vez.