¿Quieres hacer las cosas, pero no cuentas con la energía suficiente para desempeñarlas y solo se queda como una actividad que tuviste la intención de hacer, pero no lo lograste? A eso se le llama Languidez.
¿Quieres empezar una nueva actividad, hacer ejercicio, salir a correr, leer un libro, pero cuando llega el lunes para empezar, estás cansado, tienes mucho trabajo, lo pospones para la noche y te das cuenta que ya es miércoles y vuelves a decir el próximo lunes empiezo? La pandemia nos llegó de sorpresa y trajo consigo muchos cambios, tenemos que hacerle frente a esas secuelas emocionales que nos deja y empezar a ser resilientes. Solemos escuchar a nuestros amigos, vecinos y familiares quejarse de sensaciones como fastidio, falta de ánimo, agotamiento, el sentimiento de no tener un rumbo claro, lo que les ha generado una fatiga mental que se va haciendo cada vez más difícil de poder manejar. ¿Te has sentido así? ¿Sientes que ya no tienes el mismo brillo, la emoción de hacer algo nuevo? ¿Quieres hacer las cosas, pero no cuentas con la energía suficiente para desempeñarlas y solo se queda como una actividad que tuviste la intención de hacer, pero no lo lograste? A eso se le llama Languidez.
El término Languidez fue determinado por el sociólogo y psicólogo Korey Keyes, quien lo define como “un estado en el que un individuo carece de emoción positiva hacia la vida, no está funcionando bien ni psicológica ni socialmente”.
La languidez es una condición de salud mental que consiste en tener la sensación de estar estancado, no tener un rumbo claro, agotamiento, apatía, sensación de no estar presente en tu día a día, abandono de actividades que antes hacías con gusto, motivación y emoción, quieres retomarlas, pero no sabes por qué ya no puedes desempeñarte igual.
“La languidez es el hijo ignorado de la salud mental. Es el vacío entre la depresión y el bienestar: la ausencia de bienestar. No tienes síntomas de enfermedad mental, pero tampoco eres la imagen viva de la salud mental. No estás funcionando a toda máquina. El languidecimiento empaña tu motivación, altera tu capacidad de concentración y triplica las probabilidades de que reduzcas el trabajo. Parece ser más común que la depresión, y en cierto modo puede ser un factor de riesgo mayor para sufrir una enfermedad mental” aseguró Adam Grant para el NEW YORK TIMES.
Así que ante esto tenemos dos opciones que nos posicionan en medio de una línea recta: 1) no hacer nada y dejar que esto se convierta en una depresión severa o 2) tratarnos y regresar a tener ese equilibrio emocional que nos permite sentir ese bienestar pleno.
¿Cómo podemos tratar nuestra languidez?
- Mantener contacto con personas que te inspiren. Cuando te rodeas de gente que está llena de energía, de ganas de crecer emocional y personalmente te inspiran a luchar por tus sueños, por querer avanzar y hacer todo aquello que siempre has querido.
- Respeta tus horarios de trabajo. Ahora que muchos estamos en home office se nos hace más fácil excedernos de nuestras horas de trabajo, una tarea que bien podemos acabar en 2 horas la alargamos a 3 o 4, pensando que tenemos más tiempo porque estamos en casa y lo podemos terminar más tarde, sin darnos cuenta de que eso provoca el desequilibrio entre nuestra vida laboral y nuestra vida social.
- Retoma aquellas actividades que habías dejado de lado, vuelve a hacer ejercicio, salir a correr por las mañanas 0, lectura, salir a cenar, todo esto fortalecerá la emoción de realizar distintas actividades y a encaminarte a nuevas experiencias y conocimientos que te devolverán la motivación y energía que tenías.
- Aléjate de personas pesimistas. Si bien las personas te pueden inspirar y compartir con su energía también te pueden contagiar su manera de ver la vida, opta por alejarlas de ti ya que no buena compañía para ti, al menos en lo que sales de tu proceso de recuperación.
Artículo escrito por Nancy Martínez, CEO de LIVE 13.5° Expertos en Felicidad Organizacional