Como parte del lanzamiento de su nuevo modelo A390, Alpine presentó un spot distópico en el que deja claro que la tecnología debe liberar a las personas, no reemplazarlas. Ambientado en un universo futurista, el anuncio defiende la emoción al conducir como una experiencia esencialmente humana.
Alpine vuelve a poner el foco en la emoción humana con el lanzamiento de un spot distópico para presentar su nuevo modelo A390. A través de este anuncio, el fabricante de automóviles eléctricos reafirma una convicción central: la tecnología debe estar al servicio de las personas, liberarlas y potenciar la experiencia, pero nunca sustituirlas.
La pieza, desarrollada de la mano de la agencia Maison BETC, sitúa la historia en un universo tecnofuturista de rasgos autoritarios, donde la robotización y la automatización han absorbido por completo la libertad individual. En ese mundo ultrarregulado, a los humanos se les ha privado incluso del placer de ponerse al volante, reduciendo la conducción a un recuerdo del pasado.
Así luce el anuncio de Alpine
Dentro de ese escenario surge una anomalía. Una mujer decide tomar los mandos del nuevo Alpine A390 en un gesto que funciona como un acto de abierta subversión contra el orden establecido. Su decisión rompe con la lógica del sistema y marca el inicio de una experiencia radicalmente distinta.
El simple hecho de conducir se transforma entonces en una vivencia profundamente sensorial que contrasta con el entorno mecánico y uniforme que la rodea. Al ponerse tras el volante, la protagonista redescubre la emoción, la agilidad y la ligereza que han definido el ADN de Alpine durante más de siete décadas.
“En un mundo donde está todo automatizado volverse a poner tras el volante de un automóvil se convierte en un acto de libertad. Queríamos demostrar el poder emocional de un simple gesto como conducir”, explica Nicolas Lautier, Executive Creative Director de BETC París.
La tecnología vs capacidades humanas
Este enfoque refuerza el posicionamiento de Alpine en un mercado donde la automatización amenaza con diluir la dimensión humana. La marca se presenta así como una aliada de los conductores que utilizan la tecnología para mejorar la experiencia de conducción, sin renunciar al control ni a la emoción.
Dirigido por Nicolai Fuglsig (Wanda), el anuncio apuesta por una estética cinematográfica que combina imágenes de acción real con efectos generados por ordenador. El spot fue desarrollado sin el uso de inteligencia artificial, lo que permitió mantener un control absoluto sobre la calidad final, apoyándose en el trabajo de posproducción del estudio The Mill.
La fuerza visual del relato se ve reforzada por la composición musical «Requiem» de Gabriel Fauré, cuya solemnidad aporta una dimensión casi sagrada a la historia y amplifica el impacto emocional del mensaje.










