Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, Fiasco presentó una campaña para Ove que transforma objetos cotidianos en señales silenciosas de ansiedad. En conversación con Mercado Negro, el equipo creativo comparte el origen y propósito del mensaje detrás de la iniciativa.
La ansiedad muchas veces no se expresa con palabras, pero deja rastros visibles en lo cotidiano. Esa fue la premisa que inspiró a Fiasco y Ove a crear una campaña que transforma los útiles escolares en símbolos silenciosos de una realidad que afecta a millones de personas: la salud mental.
En el marco del Día Mundial de la Salud Mental, la agencia apostó por una propuesta minimalista y emocional que invita a mirar de otra forma las pequeñas marcas que revelan el estrés o la ansiedad en el día a día que solemos pasar por alto. Con «La ansiedad no habla, pero deja marcas», Fiasco convierte objetos tan comunes como un lápiz o un lapicero en metáforas visuales de una lucha interna que muchos viven en silencio.
La ansiedad no habla, pero deja marcas
La campaña parte de los pequeños gestos que pasan desapercibidos, pero que pueden revelar mucho sobre lo que sentimos. «En las aulas, en la universidad o incluso en el trabajo, todos hemos visto a alguien que muerde su lápiz o su lapicero de manera habitual. Sin darse cuenta, ese gesto tan pequeño puede ser una señal de ansiedad», explica Luis Llontop, redactor de Fiasco.
A partir de esa premisa, el equipo creativo construyó una narrativa visual basada en los objetos que acompañan a las personas todos los días. «Nos pareció muy potente cómo un objeto tan simple podía contar algo tan profundo», añade Llontop. La propuesta convierte los útiles escolares en un espejo simbólico de esas emociones que rara vez se expresan en voz alta.
Por su parta, para Hugo Castillo, director creativo, la fortaleza del concepto radica en su sencillez. «La simpleza fue la clave. Cuando eliminas el ruido y te quedas solo con los detalles, las señales se vuelven evidentes. En la ansiedad pasa igual: sus marcas están a la vista, solo hay que aprender a mirarlas.»

En ese mismo camino, Jacki Lazo, diseñadora senior de la agencia, destaca que el diseño debía mantener esa pureza visual para amplificar el mensaje sin distracciones. «Decidimos que los útiles mordidos fueran los verdaderos protagonistas: el reflejo tangible de la ansiedad que muchos adolescentes y jóvenes sienten, pero no expresan con palabras», comenta.
El valor de la campaña de Fiasco
Para Gabriel Bergelund, director creativo ejecutivo de Fiasco, el valor de la campaña va más allá de su estética. «Los problemas de salud mental no son invisibles; están ahí, solo que muchas veces los pasamos por alto. Como comunicadores, tenemos la responsabilidad de darles visibilidad», afirma.
En ese sentido, considera que abordar estos temas desde la publicidad es también un acto de empatía: «Cuando una marca decide hablar de lo que a veces incomoda, demuestra humanidad. La publicidad no solo puede vender, también puede reflejar lo que somos como sociedad.»
Más que una campaña, la propuesta de Fiasco y Ove invita a detenerse y mirar con otros ojos esos gestos que solemos pasar por alto. Un lápiz o un lapicero mordidos dejan de ser simples objetos para convertirse en huellas de lo que muchas veces callamos, recordándonos que, a veces, «la ansiedad no habla, pero deja marcas».