Uno de los retos más grandes que se enfrentan las empresas es encontrar una manera de hacer presencia en el mercado y a su vez se haga mucho más permanente.
A diario el consumidor recibe miles de impactos de marca y cada vez resulta más complicado mantener esa permanencia con el consumidor.
Las emociones tienen un papel más importante de lo que pensábamos en la toma de decisiones de compra, debido a lo que mueve a los seres humanos es la emoción y no la razón, por tanto literalmente un lovemark es aquella marca que amamos.
En la mayoría de los casos, una marca forma parte de una historia y muchas veces se percibe como propia. Parece obvio, pero a diario se ve como muchas marcas demuestran lo poco que respetan y consideran a sus clientes, sin embargo las lovemarks se han ido ganando respeto con determinación y autodisciplina.
En primer lugar, las marcas deben lograr sobresalir en medio de todo el ruido que generan todos los productos y todos los mensajes que están lanzándose en todo momento. Luego las marcas deben hacer que estos mensajes no solo sean percibidos por los consumidores, sino que deben mantenerse en la mente del cliente y ser asociados a la marca.
Las empresas no deben olvidar que siempre se debe lanzar productos o campañas relevantes y que logre conectar realmente con los consumidores. Todo esto crea una situación complicada para las marcas, pues tienen que trabajar de forma más intensa para lograr conexión con sus masas potenciales.
El elemento clave para comprender la esencia de las propias lovemarks, está en el compromiso emocional. La relación que se establece entre los consumidores y estas marcas va mucho más allá de simplemente una relación “consumidor y producto”, sino que está mucho más enraizada.
Los consumidores no solo compran un producto, si no crean también sensaciones y emociones, y una vez que se ha cruzado esa frontera, la conexión que se establece es tan poderosa que dura más allá del simple momento de compra.
Esos sentimientos tienen una cierta condición de material heredado, por ejemplo nuestros padres y abuelos tenían sus lovemarks y productos favoritos, y no solo contaban sobre ellos sino que hacían que consumiésemos esos productos.
Se dice que las lovemarks se heredan, pues aunque en primer momento se tenga decisión de compra, al final siempre termina siendo los mismos productos que nos enseñaron, ya que no solo los asociamos con los valores positivos, sino que crea un vínculo con nuestros seres queridos.