La plataforma de Jorge Luna lanza su primera producción internacional junto a actores de la icónica serie «Pablo Esobar: el patrón del mal», consolidando una estrategia de branded content que combina cultura pop y humor.
Durante años, muchos creadores digitales han convertido su popularidad en productos comerciales. Pocos, sin embargo, han logrado transformar esa transición en una estrategia de marca sostenida. No Hay Sin Suerte, la plataforma impulsada por Jorge Luna, vuelve a mover el tablero, esta vez con una pieza publicitaria que prioriza el entretenimiento y la narrativa por encima del anuncio tradicional.
La reciente campaña, desarrollada fuera del Perú y con la participación de Anderson Ballesteros y Carlos Mariño, reconocidos por sus papeles de el Chili y el Marino en Pablo Escobar: el patrón del mal, no busca explicar el producto ni insistir en beneficios funcionales. Apela, más bien, al reconocimiento cultural, al humor y a una estética cuidada para reforzar la identidad de la marca.
No Hay Sin Suerte y la publicidad que construye marca, no solo visibilidad
La apuesta, creada junto a la productora Señor Z, se alinea con una tendencia cada vez más presente en el marketing contemporáneo: el branded entertainment como herramienta para generar valor simbólico. En lugar de interrumpir al usuario, No Hay Sin Suerte decide competir por atención desde el contenido, al utilizar referencias que conectan con audiencias latinoamericanas que comparten códigos culturales similares.
Este movimiento también revela una lectura clara del momento que vive la plataforma. El crecimiento de su comunidad exige una comunicación que esté a la altura del producto y de la promesa de marca. La producción internacional funciona, en ese sentido, como una señal de que la marca ya no se presenta solo como un beneficio exclusivo, sino como un proyecto con identidad propia.









