Lo que empezó como simples juguetes y figuras terminó convertido en negocios que hoy mueven miles de millones y se consolidan como referentes de la cultura pop global.
Los coleccionables ya no se quedan solo en la categoría de “juguetes” o simples pasatiempos. Con el tiempo se transformaron en piezas que forman parte de la cultura y de la vida de varias generaciones.
Estos objetos cruzaron la frontera de las piezas de colección para instalarse en vitrinas, museos, alfombras rojas y hasta en portadas de revistas, convertidos en símbolos de identidad y en negocios millonarios.
Así, detrás de cada uno de estas figuras hay nombres propios: empresarios, diseñadores y visionarios que supieron transformar una idea en un imperio. Hoy, sus dueños siguen generando fortunas gracias a negocios que no dejan de crecer.
Labubu: Wang Ning
El boom de los art toys en Asia tiene un protagonista: Labubu. El personaje creado por Wang Ning mezcla lo tierno con lo raro, y eso lo volvió irresistible para coleccionistas. Sus ediciones limitadas se agotan en minutos y alcanzan precios de locura en reventa.
Labubu nació de la imaginación del artista de Hong Kong, Kasing Lung, pero fue Wang Ning, fundador de Pop Mart, quien convirtió al personaje en un fenómeno global con ediciones que lo convirtieron en un negocio millonario.
Según Bloomberg Billionaires, el empresario chino ocupa el puesto 85 entre las personas más ricas del mundo, acumulando en el 2025 una fortuna estimada en 26,500 millones de dólares. Con esta cifra, se ubica en el décimo lugar entre los más ricos de China.

Funko pop: Brian Mariotti
Los Funko Pop son un fenómeno mundial. Hay figuras de cómics, películas, series, música o deportes, y millones de fans los coleccionan. Su secreto está en las licencias millonarias que hacen que cualquier franquicia tenga su Funko pop, logro atribuido a Brian Mariotti.
En 2005, el empresario compró Funko cuando apenas hacía cabezones de nicho. Todo cambió en 2010, cuando consiguió la licencia de DC Comics y lanzó la línea Pop! en la Comic-Con de San Diego. Desde ahí, pasó de ser un gusto geek a convertirse en una marca global.
De esa manera, para 2022, la marca generó cerca de 1,32 mil millones de dólares, un 29% más que el año anterior. Mariotti, con una fortuna estimada entre 33 y 64 millones de dólares, convirtió a Funko en un negocio que mezcla cultura pop y millones en ventas.

Barbie: Ruth Handler
En el caso de Barbie, desde que Ruth Handler la creó en los 50, se volvió un espejo de la moda, los cambios sociales y hasta de polémicas. Más de 60 años después, sigue siendo un imperio que llegó al cine con una película que rompió taquillas en 2023.
Así, la cofundadora de Mattel, vio en 1959 lo que nadie más: una muñeca que no era bebé ni princesa, sino una mujer adulta con mil posibilidades. Así nació Barbie, inspirada en una muñeca alemana llamada Bild Lilli.
Tras dejar la presidencia en los años 70, la familia mantuvo influencia en la compañía, pero con los años el control pasó a ejecutivos externos que llevaron a Barbie a convertirse en un éxito mundial.
Barbie sigue hasta la fecha siendo la joya de Mattel: Su valor de marca se calcula en unos 720 millones de dólares, asegurándose entre las marcas de juguetes más vendidas. Por su parte, la creadora de Barbie acumuló una fortuna estimada en 100 millones de dólares al momento de su muerte en 2002.

Lego: Kjeld Kirk Kristiansen
De unos simples bloques de plástico salió un universo entero. LEGO, de la mano de Kjeld Kirk Kristiansen, se convirtió en un verdadero imperio familiar, transformándose en una de las marcas de juguetes y colecciones más reconocidas del mundo.
Desde que el fundador de LEGO, Ole Kirk Kristiansen, creó su primer juguete de madera en 1932, la empresa ha permanecido como un negocio familiar, pasando de generación en generación. Su nieto, Kjeld Kirk Kristiansen, lideró la compañía entre 1979 y 2004, y junto a sus hijos controla el 75 % de la compañía.
El patrimonio neto estimado de Kristiansen es de aproximadamente 6,700 millones de dólares al 11 de junio de 2025, según Forbes. Asimismo, la empresa genera más de 7,200 millones de dólares en ventas anuales, sin contar que la familia posee cerca del 50% de Merlin Entertainments, dueña de los parques LEGOLAND.

Hot Toys: Howard Chan
Con Hot Toys, Howard Chan, fundador y director general, llevó las figuras a un nivel hiperrealista y de lujo, tan detalladas que parecen salidas de la pantalla. Como ha mencionado en entrevistas, su negocio surgió porque entendió que los adultos “también quieren jugar”, por ello sus figuras de acción no bajan de cientos de dólares y los fanáticos pagan miles por tenerlas.
Hot Toys Limited es una empresa privada con sede en Hong Kong, fundada en el año 2000, con una idea clara: llevar el coleccionismo a otro nivel. Sus figuras de 1:6 escala, con detalles minuciosos y con licencias como Marvel, Star Wars y DC, hicieron que la marca se convirtiera en sinónimo de lujo para adultos.
Hoy, la empresa factura entre 15 y 25 millones de dólares al año, según los datos actualizados 2025. De ese modo, este negocio millonario es colocado con éxito dentro del segmento premium de figuras de colección.

Bearbrick: Tatsuhiko Akashi
Lo que arrancó como un juguete de vinilo terminó convertido en pieza de culto. Tatsuhiko Akashi transformó a Bearbrick en objeto de deseo para galerías, marcas de lujo y el streetwear. Hoy, un muñeco cuadrado de colores puede costar más que un reloj de diseñador.
En 1996, Tatsuhiko Akashi dejó su trabajo como ingeniero y fundó Medicom Toy en Tokio. Cinco años después creó el Bearbrick, un oso de vinilo pensado como “lienzo en blanco” para artistas y marcas. La estrategia fue un éxito: ediciones limitadas, cajas sorpresa y colaboraciones con nombres como Chanel, Hermès, Nike o Kaws lo convirtieron en un objeto de culto, presente en vitrinas de coleccionistas y hasta en pasarelas de moda.
De igual manera, el negocio se volvió millonario: Medicom Toy factura entre 5 y 10 millones de dólares al año, y algunas piezas raras del Bearbrick se han vendido en subastas por 30,000 dólares o en reventa hasta 74,999 dólares. Gracias a esto, Akashi ha logrado construir una fortuna significativa con su empresa y su icónico oso de vinilo.
