El nuevo nombre de la compañía de Mark Zuckerberg, Meta, es el ejemplo más reciente de empresas cuyo naming significa algo completamente cuándo se traduce a otros idiomas.
Recientemente, Facebook enfrentó el reto del rebranding a nivel corporativo, la red social conserva su nombre pero la empresa pasó a llamarse “Meta”. El contexto en que se produjo esta decisión fue, cuando menos, controversial dado que al mismo tiempo se filtró información perjudicial para la compañía; además, no se tomó en consideración el impacto que la traducción de esta nueva identidad podría tener en diferentes lenguas.
Meta no ha parado de dar de qué hablar desde entonces, no sólo por el ecosistema de negocios que propone, sino por su nombre en sí mismo. La compañía ha protagonizado tanto memes como titulares por igual luego de su lanzamiento, en gran medida por su traducción en hebreo donde cambia su significado a “muerta”.
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Los usuarios no dudaron en colocar este desacierto de la compañía dentro de un hashtag, el cuál fue #FacebookDead y que en poco tiempo se viralizó en Twitter. Se trata de un escenario que los especialistas han tocado desde mucho antes, en el 2018, el Director de Marketing y Ventas de Montero Language Services explicaba que “toda estrategia comercial, de marketing, producto, etcétera, puede fracasar si no se trabajan adecuadamente las necesidades lingüísticas”.
No es la primera marca en esta situación
El caso de Facebook está lejos de ser el único, en la industria automotriz parece ser común este tipo de situaciones. Un caso fue el Mitsubishi Pajero, un modelo 4×4 lanzado por primera vez en 1973 y pasó por cinco generaciones, que fueron lanzadas en 1982, 1991, 1999 y 2006. pero que en todo caso tuvo que cambiar su naming para el público hispano como “Montero”.

En este contexto, el ejecutivo de Montero Language Services ha identificado que el error de las empresas suele estar en preferir realizar inversiones pequeñas al momento de establecer un naming o identificar su significado en otros idiomas, incluso hay quienes delegan esta tarea entre los empleados de la empresa que, aunque pueden tener conocimiento “no poseen un profundo conocimiento de las características del mercado y de las claves de la localización lingüística”.
“Es aquí, en la localización lingüística, donde está la clave. No se trata sólo de traducir palabras, sino de traducir mensajes. Si no se hace así, perdemos completamente el foco y es muy probable que nuestro público objetivo no perciba los valores y las emociones que queremos transmitir”, asegura el ejecutivo.