Este sistema usa máquinas expendedoras, situadas en algunos baños públicos y ofrece a las personas pagar por el producto u obtenerlo gratis viendo publicidad.
El sistema de «pagar o ver anuncios» traspasó las pantallas de internet para infiltrarse en un espacio mucho más cotidiano como los baños públicos de China. Una fórmula de negocio que busca matar dos pájaros de un tiro, monetizando servicios básicos y, de paso, combatir el notorio problema del despilfarro y robo de papel higiénico en espacios comunes.
Innovación y astucia frente a un problema
Esta propuesta se ha popularizado gracias a un video viral donde se observa a una usuaria que, frente a un dispensador, escanea un código QR. El sitio web resultante le presenta una elección directa: pagar el equivalente a 5 yenes por el producto o, alternativamente, optar por ver un video publicitario completo para activar el mecanismo y recibir una cantidad limitada de papel de forma gratuita.
Este sistema no es un capricho. Las autoridades chinas llevan años lidiando con el robo de papel, que ha llevado a soluciones creativas en el pasado. En 2017, por ejemplo, varios baños públicos en Pekín implementaron dispensadores de alta tecnología con reconocimiento facial. Estos dispositivos limitaban a los usuarios a una hoja de 60 centímetros y obligaban a una espera de nueve minutos para obtener más, buscando frenar el exceso.
China has free public toilets where have you have to pay for toilet paper, or watch an advertisement.pic.twitter.com/hZBoumciDU
— Massimo (@Rainmaker1973) September 19, 2025
¿Cuál es el origen de este sistema?
El debate sobre la disponibilidad de este recurso en espacios públicos es de larga data en China, donde muchos ciudadanos están habituados a llevar su propio papel. Sin embargo, este nuevo dispensador de QR parece tener un doble origen. Además de limitar el consumo, hay indicios en redes sociales de que estos dispositivos pudieron haber surgido durante la pandemia para eliminar el contacto con métodos tradicionales y reducir la posible transmisión de enfermedades.
Si bien la fuente del video viral tiene sesgos conocidos, el mecanismo en sí es un ejemplo claro de cómo la publicidad se integra en el último eslabón de la experiencia de usuario. Convierte un bien básico y subsidiado en un inventario publicitario, transformando un gasto operativo para la administración pública en un potencial ingreso. El baño se une así a la lista de espacios monetizables.