Por Roni Heredia, Diseñador Gráfico en Taller 4.
Sufro de incontinencia. Cada vez que leo un periódico o miro un noticiero me dan ganas de memear. Se ha vuelto un tic. He perdido absolutamente el control de mi esfínter. Prendo la tele y memeo. Miro el Twitter y otra vez memeo. Pongo la radio y corro al baño a memear.
La coyuntura del país me hincha la vejiga y he decidido – por salud renal y mental – dejar de retener el líquido amarillento de la amargura. La noticia política diaria, la cutra millonaria, la brutalidad del aprofujimorismo, la conchudez de la bankada, la insufrible insensatez de los conservadores, ya no hacen mella en mí.
Me he vuelto un adicto a los diuréticos y me he convertido en un memeador social.
Memeo rosas, mamanis y becerros. Memeo vitochos y holaecheas. Memeo alcaldes, candidatos y presidentes. Memeo constitucionalistas. Memeo chihuanes cuando voy escaso de ideas.
Me divierte hacerlo, lo confieso, pero el asunto es muy serio y me da rabia. Me pica. Me jode ver cómo se maltrata al Perú todos los días y que haya peruanos que crean que el país es su botín.
Los invito a miccionar conmigo en el Facebook. Desahoguen sus frustraciones, liberen su agüita amarilla y chorréenla en mi muro -pero no se choreen los memeos-.
Recuerden ustedes que un peruano nunca memea solo.
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